Es un hecho, ¡conocemos a muchas personas que duermen mal! pero, antes de achacarlo al estrés, convendría que examinásemos en qué condiciones dormimos, y la temperatura del dormitorio, ya que muchos estudios han demostrado que la rápidez a la hora de dormirnos, y la calidad de nuestro sueño están estrechamente ligadas a la temperatura de nuestro dormitorio.
En invierno, lo ideal sería no sobrepasar nunca los 20 grados. Esta es la temperatura perfecta para un descanso reparador - los más frioleros siempre pueden arroparse con una mantita ligera. También podemos usar calcetines, ya que el tener los pies calientes favorece el que nos durmamos con rapidez.
Otros factores que también actúan sobre la calidad de nuestro sueño son el estado de nuestra cama, de nuestro colchón y de nuestra almohada pero, sobre todo, lo ventilada que esté la estancia, ya que el ambiente que se respira debe favorecer el reposo (y nos estamos refiriendo tanto al color de las paredes como a la ausencia de aparatos electrónicos).
El microclima perfecto
Como os ibamos diciendo, el microclima de nuestro dormitorio puede influir en la rapidez con la que nos dormimos y también en la calidad y profundidad de nuestro sueño. Si en la habitación donde descansamos hace demasiado calor, corremos el riesgo de despertarnos varias veces durante la noche, y nuestro sueño será más ligero.
Pero si hace demasiado frío, permaneceremos alertas. Claro que para gustos los colores, y no hay una temperatura perfecta para un sueño perfecto. Es más, la temperatura ideal varía de una persona a otra.
Sin embargo, parece que un dormitorio ligeramente fresco ofrece un lugar más favorable para propiciar una buena noche de sueño. El utilizar un humidificador si el aire de nuestra habitación resulta demasiado seco, también ayuda. Pero, lo mejor es refrescar el aire haciendo que circule. Para lograrlo, no hay nada mejor que los ventiladores de techo o de sobremesa.
También es muy importante cubrirnos con sábanas, mantas o edredones que convengan con la temporada en la que estamos. Cuando las noches son menos frías, debemos quitar mantas y colchas.
La temperatura en verano
Pero, ¿cómo actuar cuando el aire que respiramos parece quemar, y la llegada de la noche tampoco aporta el frescor deseado? ¿Cómo dormir cuando hace demasiado calor? Lo primero que debemos saber es que por la noche se produce una bajada de las temperatura de 5 grados con respecto a la que ha hecho durante el día. Lo suficiente como para poder pasar una buena noche. Si durante el día el termómetro sube hasta los 30 grados, 25 grados por la noche nos parecerán soportables.
Pero, como suele ocurrir, todo es relativo en esta vida. Así que siempre existen trucos que pueden ayudarnos a bajar la temperatura de noche como cerrar las persianas y las ventanas durante el día, y abrir las ventanas y procurar crear corrientes de aire durante la noche.
También existe productos específicos como colchones climatizados y almohadas refrescantes que, aunque no son demasiado conocidos, pueden resultar especialmente eficaces las noches de canícula. Quien no disponga de todas estas sofisticaciones, siempre puede recurrir a la utilización de dos almohadas. Sí, sí, habéis oído bien, cuando la cabeza está más erguida, se respira mejor y el sueño es más tranquilo.
Fotos | D.H. Parks, Posh Surfside, Ctd 2005 En Espacio Duerme Mejor | Cómo elegir una habitación para dormir bien
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