El sudor puede aparecer en el momento más inesperado, a veces incluso en situaciones en las cuales no es normal transpirar de una forma exagerada. Por norma general estas situaciones están ligadas a episodios de estrés o ansiedad que nos hacen encontrarnos incómodos y que pueden repercutir negativamente en nuestra vida social y laboral.
La buena noticia es que podemos hacer frente a estos momentos de estrés controlando nuestro cuerpo y utilizando distintos métodos. Hoy veremos cómo lidiar con el sudor excesivo cuando este es causado por nuestra ansiedad.
¿Qué es la ansiedad?
Antes de nada deberíamos aclarar qué es la ansiedad y a qué se debe. La ansiedad es algo inherente al ser humano, incluso beneficioso, ya que está relacionado con nuestra propia supervivencia. Aparece en forma de miedo o nerviosismo en momentos en los que necesitamos preservar nuestra integridad.
La ansiedad está relaciona con la percepción de un peligro, sea este real o no, y aquí es cuando aparece el problema. ¿Son reales todos los peligros o amenazas a los que creemos que estamos sometidos?
Una persona que sufre de ansiedad, por ejemplo al salir a la calle, se encuentra en esa situación porque cree que se expone a una situación de riesgo. No tiene por qué conllevar un peligro físico, sino que también puede tratarse de un temor de tipo psicológico, como ser juzgado por los demás.
El círculo vicioso de la ansiedad y el sudor
En las personas que sufren un problema de ansiedad, el sudor excesivo aparece como uno de los rasgos más patentes. Cuando nos estresamos hacemos que nuestro corazón bombee sangre más rápidamente, se produzca una mayor oxigenación y un mayor consumo de energía: todo esto produce que la temperatura del cuerpo se eleve, lo cual demanda sudor para favorecer la refrigeración y mantenernos con una temperatura estable.
En el caso de la ansiedad, el sudor es a la vez una causa y una consecuencia: al estresarnos provocamos que nuestras glándulas sudoríparas se pongan a trabajar, nos damos cuenta de que estamos transpirando en exceso, y esto nos lleva a estresarnos más, lo cual nos hará sudar más... y así hasta el infinito.
Por esto es importante que, además de utilizar los medios a nuestro alance para minimizar la aparición del sudor, como los antitranspirantes, identifiquemos y ataquemos el núcleo del problema. Debemos conocer de dónde viene nuestro problema de ansiedad e intentar mejorarlo.
Algunas técnicas para controlar la ansiedad
No llevar conductas anticipatorias: la mayoría de las veces nos estresamos por situaciones que no han sucedido y que nunca llegarán a suceder. El famoso "¿y si...?" puede llegar a provocarnos un trastorno de ansiedad si basamos todas nuestras decisiones y fundamos nuestras preocupaciones en lo que podría pasar pero aún no ha pasado. Es bueno ser previsor, pero todo en su justa medida.
Practicar ejercicio físico de forma regular: el ejercicio físico nos ayudará a liberar la mente mientras trabajamos nuestro cuerpo. Bien sabido es por muchos que deportes como el running dejan volar a nuestra mente lejos de las preocupaciones del día a día y nos permiten evadirnos durante ese espacio de tiempo que es sólo para nosotros.
Yoga y meditación: el yoga es una disciplina con un gran componente de meditación, el cual puede ayudarnos a escapar de las labores diarias. De hecho, el yoga más que una práctica deportiva es un estilo de vida basado en la unión de cuerpo y mente, y a través del cual podemos llegar a un mayor conocimiento de nuestro interior y a una mejor relación con nuestro cuerpo.
Pilates y respiración: controlar nuestra respiración en situaciones de estrés es muy importante, ya que puede ayudarnos en buena medida a tomar el control. La respiración intercostal y diafragmática es uno de los pilares sobre los que se asienta el método Pilates. Un buen control de la respiración supone una mejor oxigenación de las células y un mayor control sobre nosotros mismos.
No centrar la atención en el sudor: debemos intentar concierciarnos de que el sudor forma parte de nuestro día a día, es decir que hay que intentar normalizar la situación. Es mejor identificar las causas por las que surge y actuar sobre ellas que centrarnos en los inconvenientes que nos provoca, los cuales sólo nos llevarán a un estrés aún mayor.
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