Sudoración juvenil, adulta y tercera edad, ¿hay diferencias?

El sudor es un proceso natural y necesario por el que el ser humano regula la temperatura corporal. Sin embargo, aunque este sistema de “refrigeración” acompaña al hombre desde su nacimiento y durante toda su vida, no se manifiesta de la misma y forma e intensidad a lo largo de ella. Las diferentes edades que atraviesa: pubertad, juventud, madurez y tercera edad, determinan el funcionamiento de este proceso. La condición física, actividad y características inherentes a cada uno de estos periodos también condicionan en gran medida la sudoración.

La pubertad y la juventud

Las glándulas sudoríparas ecrinas son muy abundantes y se encuentran repartidas por todo el cuerpo, aunque las zonas como manos, plantas de los pies y cara producen mayor cantidad de sudor. Las otras gládulas sudoríparas, las apocrinas, son menos numerosas, se relacionan más con sudoración por causas como el estrés, se desarrollan en la pubertad y la mayoría se localizan en axilas e ingles, por lo que el sudor en estas areas comienza a manifestare en esa etapa.

Cuando el sudor procede de estas zonas se manifiesta y percibe de un modo diferente al de la infancia. Esta es la razón por la que los niños pequeños no tienen mal olor en las axilas. Como ya os hemos explicado en este espacio, no es el sudor en sí el que puede llegar a oler mal, sino el contacto con las bacterias que están en la piel, y que en el caso de las axilas está potenciado por la naturaleza fisiológica que predispone a una falta de ventilación de esta zona.

Por añadidura, a todas estas revoluciones hormonales a que el cuerpo está sometido, también la mayor actividad física y deportiva que corresponde a esta edad, contribuye a que sea una etapa en la que se puede sudar con gran intensidad. Es a partir de este momento cuando se comienzan a requerir productos antitranspirantes.

Edad adulta y estilo de vida

Debido a factores como los anteriores se puede afirmar que en la edad joven y adulta se desarrolla una máxima actividad de las glándulas sudoríparas. En el adulto la sudoración depende de la naturaleza de cada persona, aunque el grado de cada individuo varía en función de condiciones externas y estilo de vida. Así una persona deportista, nerviosa o con un trabajo que implique actividad física, sudará más que una persona tranquila o estática.

La mujer pese a tener mayor cantidad de glándulas sudoríparas que el hombre, transpira en menor cantidad que éste. Sin embargo su forma de sudar esta sometida a variaciones en función de los cambios hormonales propios de su sexo. Por todo ello la sudoración en edad adulta, además de la naturaleza de cada individuo, atiende a cuestiones diversas como el género. En la mujer adulta depende en una elevada proporción de sus cambios hormonales o estrés, mientras que los hombres sudan con mayor intensidad y se ven afectados por factores externos como esfuerzo físico.

Cuando llega la tercera edad…

Según pasan los años la capacidad de sudoración va disminuyendo, dado que las glándulas sudoríparas también envejecen y se deterioran, lo que dificulta la regulación de la temperatura y la menor capacidad para enfriar el cuerpo. Es por esta razón por la que las personas mayores deben tener más cuidado en épocas de calor, ya que están expuestos a sufrir más golpes de calor. En la mujer, además, la menopausia provoca un nuevo e importante cambio hormonal que origina la aparición de bochornos, y la consiguiente sudoración que los acompaña.

Las personas de la tercera edad al sudar menos, requieren antitranspirantes indicados para su piel más delicada y sensible, con agentes suaves e hidratantes.

Todos estos factores condicionan la elección de un antitranspirante. Es importante tener en cuanta el tipo de sudoración que genera una persona según su edad, sin olvidar que este factor se puede ver condicionado además por factores como género, estilo de vida y condiciones climatológicas en las que se encuentra. Y si tenéis alguna duda, no dudéis en consultar con nuestro experto.