Cuando iniciamos una actividad deportiva, como es el running, todos tenemos diversas motivaciones y expectativas y entre ellas siempre suelen encontrarse deseos de un mayor bienestar físico y psicológico, mantenernos en forma y mejorar nuestra salud. Pero, ¿a partir de qué momento empezamos a notar cambios positivos?
Conocer la respuesta a esta pregunta es importante para no desinflarnos con los primeros entrenamientos. Percibir los efectos de correr no es una cuestión de dos días, aunque tampoco tendrás que esperar mucho tiempo para sentirte mejor. A continuación te contamos cómo y cuándo te cambiará este ejercicio, ¡prepárate!
Practicando running, ¿qué pasa en mi cuerpo?
Tal como nos explica Gustavo Pértega, corredor y miembro del comité de Deporte y Salud de la Asociación Médica Argentina, en la radiografía detallada de un corredor, el running transforma nuestros cuerpos a medio plazo. Si somos pacientes y perseverantes, estos son los progresos que nos esperan:
Mejora de la frecuencia cardiaca. Al correr, nuestro corazón bombea más sangre para ahorrar energía, lo que hace que a la larga se vuelva más efectivo (mayor rendimiento con menos esfuerzo), reduciendo el riesgo de infarto o enfermedades cardiovasculares.
Disminución de la presión arterial. Con el tiempo, las arterias se dilatan, la sangre fluye mejor y la presión se rebaja.
Reducción del colesterol. Varias investigaciones lo confirman, además un estudio publicado en The New England Journal of Medicine demostró que incluso una actividad moderada aumenta el tamaño y número de las partículas encargadas de “transportar” el colesterol, contribuyendo a que disminuya.
Aumento de masa muscular y pérdida de grasa. Por otra parte, correr puede ayudarnos a perder peso, siempre que sigamos una alimentación adecuada.
Corrección de la postura corporal y mejora de la flexibilidad, todavía más notable si combinamos nuestras salidas con pequeñas sesiones de estiramientos.
El running también nos aporta beneficios psicológicos como combatir el estrés, conseguir un mejor descanso y disponer de un sueño reparador.
Pero, ¿cuándo empezaré a percibir todo esto?
Los efectos del running son bastante rápidos, pero no inmediatos. Los primeros días es normal que nos sintamos más bien cansados o incluso con calambres, por lo que al inicio es recomendable alternar la carrera con caminar a paso ligero para no agotarnos y caer en la tentación de tirar la toalla al principio.
Si dejamos pasar muchos días entre el primer entrenamiento y el segundo es menos probable que continuemos con nuestro propósito, así que aunque todavía no disfrutemos de todos los beneficios de salir a correr, hay que hacer un esfuerzo por ser constante y poco a poco ir viendo resultados.
Estos son los primeros efectos del cambio
De inicio es que nos encontraremos mejor, ya que las endorfinas que se liberan al hacer deporte, conocidas como hormonas de la felicidad, nos harán sentirnos más alegres y relajados, sin importar que todavía estemos empezando.
Después de las salidas iniciales, cuando ya estemos corriendo al menos 30 minutos entre tres y cinco días a la semana, el pulso comenzará a mejorar.
Con la ayuda de un pulsómetro podrás calcular y controlar tu frecuencia cardiaca, y rendir cada vez más en la carrera. Por otra parte, la disminución de la presión arterial, en condiciones normales, suele darse a partir de los 3-6 meses.
Las transformaciones más visibles como pérdida de peso, grasa y tonificación dependerán de otros factores como la alimentación y nuestro metabolismo, pero si nos proponemos practicar el running como mínimo un mes, podremos notar cómo nos vamos poniendo cada vez más en forma.
Correr es una actividad que engancha y si a eso le sumamos las mejorías que nos aporta a medio y largo plazo, vale la pena hacer un esfuerzo inicial para convertir nuestro deseo en un saludable hábito.
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