Es la más popular de las populares por números, y quizá la más querida y entrañable por el momento en que se celebra. Patrocinada por Nationale-Nederlanden, la San Silvestre Vallecana, que cumple 52 ediciones, congrega una cantidad de deportistas muy difícil de ver: hasta 40.000 corredores hacen cada año el circuito de 10 kilómetros que hay desde el estadio Santiago Bernabéu al barrio de Vallecas, y que discurre por las principales arterias de Madrid.
Y, además, es entrañable porque la carrera ocupa las últimas horas del año, momentos especiales y emocionantes para todos los corredores y también para los muchos miles de familiares y de vecinos que se echan a la calle para animar. Pero la San Silvestre Vallecana remite también a historias muy personales.
Como la de Juan Cabrera, quien ha corrido la prueba hasta en cinco ocasiones y quien todavía recuerda la primera vez que lo hizo, en 2004, coincidiendo con el alumbramiento de su primer hijo. “Me escapé del hospital al cabo de unas horas de nacer mi hijo Marcos. Recuerdo que salí de allí ya con mi pantalón corto y mi camiseta técnica oficial puestos, y que regresé de igual forma cuando acabó la prueba para cenar y tomar las uvas en compañía de mi familia y también de los médicos y enfermeras de la maternidad. Por supuesto, pedí permiso a la madre para la escapada atlética y ella me lo concedió”, dice Juan con una media sonrisa en la cara.
El ambiente festivo es lo más apreciado
¿Qué tiene de especial la San Silvestre Vallecana? Los propios corredores toman la palabra. Borja Álvarez Muñoz, que es profesor de atletismo y ha corrido la prueba en tres ocasiones, destaca que vestirse de naranja el 31 de diciembre es siempre una forma “distinta y saludable” de despedir el año. Enrique Crespo participó en varias ocasiones en la década de los 90 en la San Silvestre y ha valorado siempre el ambiente festivo de la misma y que haya tanta gente disfrazada y en grupo. “Para muchos supone un rito. Tendemos a pensar que si acabamos así el año, el que viene va a empezar por todo lo alto”, recalca Enrique.
Nacho Ínsua es un veterano que no se pierde la San Silvestre desde 2008 y que en su vida ha corrido más de 100 populares. Para Nacho, el gran valor de la carrera es el de la amistad. “Allí encuentro a amigos con los que corro y con los que luego puedo tomarme esa cerveza que en esos días de fiesta, porque no encuentras un momento, nunca te puedes tomar”. A Nacho la San Silvestre también le sirve para "escaquearse" de poner la mesa en casa en esa noche tan señalada. “Cuando llegas ya está todo puesto y eso es un alivio”, recuerda con sorna.
Valentín Hidalgo es otro corredor veterano que lleva 10 participaciones y también ve la San Silvestre Vallecana como la excusa perfecta para no tomar parte en muchos preparativos de la cena navideña de ese día. Por su parte, Alicia Hernández, su mujer, y que ya lleva ya lleva media docena de ediciones, cree que la carrera madrileña es una forma “sana y divertida” de acabar el año y que es “un lujazo” lo de correr por “tu ciudad engalanada de Navidad, de noche y con tus conciudadanos alentándote... y lo a gusto que te comes el turrón horas después”.
Una prueba para hacer una buena marca
Borja Álvarez dice que en la carrera que este año patrocina National-Nederlanden prima la fiesta, pero también recuerda que la carrera es muy propicia, por su trazado, en gran parte descendente, para hacer un buen tiempo personal. “Mucha gente intenta hacer previamente una buena marca para meterse en un cajón delantero de la San Silvestre y así terminar el año con la satisfacción de un buen crono”.
También valoran los corredores la organización, muy importante para que todo salga bien en un evento de esas dimensiones. Alicia reniega de esas pruebas donde no queda más remedio que salir andando porque se aglomeran demasiados corredores en salidas que discurren por calles muy estrechas. “En la San Silvestre, vayas en el plan que vayas, puedes correr desde el principio porque la gente respeta los cajones de salida y además no se sale de la parte estrecha de un embudo, sino de una avenida amplia, con lo que hay espacio para todos”, subraya Alicia.
"La San Silvestre Vallecana es recomendable para todos aquellos que nunca han corrido una popular de 10 Km. “¿Qué mejor ocasión que estrenarte en una tan divertida, acogedora y que, además, te sirve para despedir el año?"
Nacho Ínsua destaca como otro punto diferencial de la San Silvestre Vallecana el que siempre hay público a ambos lados de la calle, “desde el kilómetro 0 y hasta el 10”. “Yo he corrido muchas carreras en que no ves un alma. He estado en medias maratones en que no ves a nadie en 10 kilómetros y en la San Silvestre siempre hay alguien animándote, y eso se nota”.
Borja dice que la organización también anima mucho a los corredores, lo que agradece en momentos de esfuerzo intenso. A Nacho también le gusta mucho que la carrera discurre por barrios muy diferentes de Madrid, desde el exclusivo de Serrano al muy popular de Vallecas, pasando por Atocha o la Avenida Ciudad de Barcelona. Puestos a poner pegas a la prueba, Valentín recuerda con cierta ironía que, con el paso del tiempo, la San Silvestre ha perdido el encanto de las primeras veces, “cuando correr era de cobardes”.
Por último, Borja, quien tiene experiencia formando a corredores noveles, recomienda la San Silvestre Vallecana a aquellos que no han hecho nunca una popular de 10 Km. “¿Qué mejor ocasión que estrenarte en una popular como la San Silvestre, que es tan divertida, acogedora y que, además, te sirve para despedir el año?”. Nacho recuerda que su primera popular en 2008 fue una San Silvestre, y que después de aquella ya no paró y llegaron otras 100. Todo es empezar. ¿La cita? El próximo 31 de diciembre.
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