Si te has disciplinado estos primeros meses del año y todavía no percibes los efectos de ese esfuerzo, puede ser que estés haciendo algo mal.
Tratándose del ejercicio, la máxima “Si fuera fácil, todos lo harían”, no podría ser más adecuada. Independientemente de qué estés buscando: perder grasa, ganar músculo, aumentar tu resistencia, mejorar tu velocidad, o todas las anteriores, la disciplina y, sobre todo, la paciencia son claves. Pero, ¿qué pasa si luego de tanto esfuerzo sigues sin ver al menos resultados mínimos?
Es posible que sin saber se cometan algunos errores que sabotean el esfuerzo, aquí te compartimos los más comunes:
Una mala alimentación
Sí, el abdomen plano se consigue en la cocina. Pocas cosas pueden echar a perder tanto esfuerzo, como una mala alimentación. La doctora Pamela S. Hinton, del American College of Sports Medicine, indica que: “ya sea que estés buscando un cambio total en tu dieta o ajustes mínimos, un par de modificaciones simples pueden beneficiar tu salud”. Ella recomienda seguir los siguientes consejos para obtener un peso saludable.
Come menos calorías: Reduce tu ingesta diaria de calorías para obtener una pérdida de peso sostenida. Una buena manera de lograrlo es, por ejemplo, cambia las bebidas azucaradas por agua simple.
Reduce tu ingesta de grasas saturadas, trans, azúcar y sodio: Además de que te afectan por la cantidad de calorías, ingerir estas sustancias en exceso puede provocar el desarrollo de diabetes y otras enfermedades, según la investigadora.
Come más frutas y vegetales, granos enteros, pescado y lácteos: Hinton asegura que estos alimentos contienen muchas vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes, benéficos para tu salud.
Si quieres llevar tu alimentación al siguiente nivel, acércate con un especialista en nutrición que podrá armarte una dieta acorde a tu plan de entrenamiento (justo como los que se encuentran en Sports World).
Sufres estancamiento
Otra razón por la que todavía no notas los resultados de tu esfuerzo puede ser el llamado “efecto meseta”, el cual consiste básicamente en que tu cuerpo se acostumbró a ese primer nivel de actividad.
La American Hearth Association (AHA) recomienda “simplemente añadir variedad a tu entrenamiento para vencer este fenómeno”. Sugiere seguir el protocolo FITT (Frecuencia, Intensidad, Tiempo, Tipo).
- Frecuencia: Entrena de 3 a 5 veces por semana.
- Intensidad: Entrena a 65-90% de tu ritmo cardiaco máxima -revisa cuál es el que corresponde a tu edad y físico-.
- Tiempo: Tus sesiones de entrenamiento deben durar entre 20 y 60 minutos.
- Tipo: Camina, corre, o nada, “los ejercicios aeróbicos deben representar la mayor parte de tu entrenamiento”.
Sobreentrenamiento
Según señalan José Campos Granell y Víctor Ramón Cervera, en su libro Teoría y Planificación del Entrenamiento Deportivo: “cuando los niveles de fatiga superan los límites tolerables para que se produzcan los efectos positivos del entrenamiento, se llega al sobreentrenamiento”.
Los autores enumeran los síntomas más frecuentes de éste:
- Pérdida de sueño.
- Pérdida del apetito.
- Pérdida excesiva de peso.
- Dolores digestivos.
- Sudoración excesiva.
- Propensión a las lesiones.
- Elevación de la frecuencia cardiaca en reposo.
- Irritabilidad.
Campos y Cervera sugieren adoptar “medidas necesarias para que el organismo vuelva a un estado de equilibrio”. Explican que el descanso, una buena alimentación, el descanso activo, el masaje deportivo, el sueño y la fisioterapia, son los medios más utilizados para recuperarse del sobreentrenamiento.
Por último, una de las recomendaciones para que tus resultados se noten es que entrenes acompañado por un instructor profesional como los de Sports World que monitorean de cerca tus actividades, te ayudan a crear una rutina con la que podrás cumplir tus objetivos y verifican que tu postura en los ejercicios es la correcta.
Recuerda que lo que hagas en el gimnasio siempre tiene que ir respaldado de un buen plan de alimentación diseñado por un nutriólogo. ¡Ahora sí, a darle con todo en el gym!