A menudo utilizamos el adjetivo "natural" cuando nos referimos a la comida para señalarla y separarla de la que consideramos industrial o procesada. Aunque esa separación es una buena forma de guiar nuestra alimentación (cuanta menos comida procesada, mejor) de hecho decir "natural" es erróneo.
Es erróneo porque si natural es lo que viene de la naturaleza, prácticamente nada de lo que comemos hoy en día es natural, por muy fresco o poco procesado que esté. Las frutas y verduras de las que nos alimentamos poco tienen que ver con las que darían las plantas y los árboles silvestres si no fuesen cultivados por manos expertas.
De hecho, la mayoría provienen de variedades vegetales desarrolladas a base de cruzamientos y mejoras en el laboratorio para obtener las propiedades que más benefician al agricultor (resistencia a la sequía o a los parásitos, mayor producción) y al consumidor (mejor sabor, un aspecto más atractivo o que aguante más tiempo en la nevera sin estropearse).
El kumato
El kumato es un tomate que se distingue de los demás por su color oscuro, casi marrón. Además, suele tener la carne algo más dura, la piel más gruesa y un sabor más dulce. Cuando aparecieron en el mercado hace unos años, abrieron una nueva categoría, la de los tomates negros, en la que ahora se pueden encontrar otras variedades.
El kumato nació en Almería en los años 70. Fue en aquella época cuando un biotecnólogo observó que en los laterales de los cultivos, allí donde llegaba menos agua y nutrientes, crecían un tipo de tomates diferentes, más oscuros y con un sabor diferente. Tomó esos ejemplares y analizó sus líneas genéticas para cruzarlas y terminar desarrollando el kumato.
El persimon
Es la fruta de moda en muchos sitios, un tipo de caqui de carne más firme y más dulce que el tradicional. Además, a diferencia del caqui tradicional, el persimon no es astringente, es decir, que no deja una sensación rasposa en la boca después de comerlo.
En este caso la innovación no proviene solo de la variedad, sino de un proceso al que se somete a la fruta después de recogerla, por el que se le elimina la astringencia. Esto hace que la fruta se endulce sin ablandarla, lo que no solo permite disfrutarla durante más tiempo, sino que también facilita su transporte sin miedo a que se aplaste.
La clementina
En el abanico de los cítricos hay frutas para todos los gustos, desde las dulces y pequeñas mandarinas hasta los pomelos, más grandes y amargos. Las clementinas son un híbrido entre dos de ellas: la mandarina y la naranja amarga.
Sus frutos son similares a las mandarinas, aunque con un tamaño algo mayor. Sus características más apreciadas son su color brillante, lo fáciles que son de pelar con los dedos, su sabor dulce y, sobre todo, que habitualmente no tienen pepitas, lo que las hace especialmente fáciles de comer para los niños pequeños.
Las zanahoras 'baby'
Existen distintos tipos de zanahoras de pequeño tamaño en el mercado. Uno de esos tipos suele venir en paquetes de plástico transparente, y son pequeños cilindros gruesos y cortos naranjas que parecen casi el típico snack de gusanitos más que un tipo de fruta.
De hecho, son zanahorias, sí, pero talladas como si fuesen trozos de madera para adquirir esa forma. Fue idea de un granjero estadounidense que, harto de tener que descartar parte de su producción por fallos estéticos de sus zanahorias, decidió darles salida a base de cortar y pulir esos defectos.
Los 'pluots'
"Plum" es la palabra en inglés para ciruela, y "apricot" para albaricoque. Sabiendo esto no es fácil deducir que un "plout" es como se ha llamado en inglés al híbrido entre ciruelas y albaricoques. Aunque algunos los llaman también con humor "huevos de dinosaurio" por el aspecto jaspeado que tiene la piel.
Aunque llevan ya tiempo presentes en otros países, lo plouts son todavía poco conocidos en España. Su atractivo está en el sabor, que mantiene la acidez de las ciruelas combinada con lo dulce de los albaricoques.
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