¿Debe lavarse la suciedad de la cáscara de los huevos? Salvo excepciones por intolerancia al huevo o por opciones dietéticas, en cada nevera suele haber siempre huevos, ya que es uno de los alimentos básicos, que además está repleto de nutrientes y proteínas. Por esa razón es muy común encontrarnos en alguna ocasión con una cáscara de huevo que pueda contener suciedad. ¿Qué es recomendable hacer en ese caso?
Este huevo está sucio, ¿lo lavo?
El huevo es uno de los mejores alimentos que existen, aunque ha sido demonizado por el mito extendido sobre su relación con el colesterol. Como todos los mitos nutricionales, tiene algo de verdad, pero mucho de confusión. A día de hoy la evidencia científica lo tiene claro: no hay problemas en consumir huevos varios días a la semana, incluso cada día.
Por supuesto, todo dependerá del contexto personal de cada persona, ya que la dieta de una persona sedentaria con una analítica descontrolada será distinta a la de un atleta que entrena varias horas cada día. En cualquier caso, el huevo es una opción muy interesante a introducir en nuestra dieta.
Cuando compramos huevos, es común encontrarnos con alguna cáscara sucia, especialmente si son de gallinas que pastan libremente. Yo compro huevos a una vecina de mi municipio, que si bien no se dedica en exclusiva a ello, saca un dinero extra por ello.
En alguna ocasión la cáscara puede venir con algo de suciedad del corral, por lo que el primer instinto puede ser lavarlo para quitársela, pero eso es un error. La Organización Mundial de Consumidores y Usuarios (OCU) recomienda evitar lavarlos porque el agua puede facilitar la entrada de las bacterias de la cáscara.
¿Por qué no lavar la cáscara de los huevos aunque contenga suciedad?
Más allá de la limpieza o suciedad de la cáscara, lo que es fundamental es que no haya ninguna fractura o pequeño agujero en ningún lugar del huevo, ya que eso si afecta muy negativamente a la salubridad de este alimento. El huevo cuenta con su propio sistema de defensa para evitar la entrada de micropartículas del exterior puesto que el objetivo en primera instancia es crear y proteger una vida.
La parte interna de la cáscara es una cutícula, que es esa fina lámina que aparece cuando cascamos un poco el huevo. Su función es proteger a la yema y la clara frente a bacterias del exterior. Si lavamos la cáscara con agua, esa fina lámina puede dejar entrar micropartículas al interior, y eso sí es un problema.
Lo que sí podemos hacer es limpiar la suciedad justo antes de cocinar el huevo, ya que no da tiempo a que entren los microorganismos, y sobre todo a que se multipliquen, escenario que sí sucede si los lavamos cuando los compramos y los metemos por días en la nevera.
Otras dos recomendaciones de la OCU a la hora de preparar los huevos
Además de la recomendación de no lavar la cáscara de los huevos, si no es justo antes de cocinarlos, la OCU añade algunas más. Ambos comportamientos se realizan por la mayoría de la población: romper el huevo la lado del recipiente donde vamos a prepararlo o separar las claras de la yema con la misma cáscara del huevo.
Para evitar las posibles bacterias que el huevo pueda contener en la cáscara, más aún si tiene suciedad del corral como excrementos de la gallina, lo mejor es cascar el huevo en un lugar distinto del recipiente que vamos a utilizar. Por ejemplo, si vamos a preparar una tortilla, no cascar el huevo en la esquina del bol donde vamos a batir los huevos.
A la hora de separar la clara de la yema suele hacerse pasando la yema de una mitad a otra del huevo, dejando que la clara caiga al recipiente. La OCU recomienda no hacerlo así, para evitar al máximo ese contacto del alimento con la parte externa de la cáscara.
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