En el debate en torno a la idoneidad de beber leche se mezclan argumentos de muy distintas áreas: éticos, medioambientales y de salud.
La parte ética de este debate se centra en si la explotación animal necesaria para obtener la leche es algo que debamos seguir ejerciendo o consintiendo a día de hoy. Por supuesto, las posturas son diversas y se basan como decimos en cuestiones éticas o casi filosóficas. En cualquier caso, es un debate muy subjetivo en el que la ciencia y sus resultados son cuestiones secundarias.
El aspecto medioambiental
La parte medioambiental trata del impacto sobre el medio ambiente y el clima de la ganadería que es necesaria para obtener leche y lácteos. En este caso, la ciencia sí que tiene un papel fundamental en este debate porque varios estudios han demostrado que esta es una de las actividades económicas con mayor índice de emisiones de efecto invernadero y una de las que más extensión de suelo necesita ocupar.
En esta línea, según un estudio publicado hace poco en la revista Science, prescindir de comer carne y de los lácteos en nuestra dieta es la decisión individual más efectiva que podemos tomar si queremos cuidar del planeta.
En lo que se refiere a la salud
Por último, está la parte sanitaria de este debate, y lo que nos dice la ciencia sobre el consumo de leche a día de hoy es que si bien su consumo no es necesario, ya que los nutrientes que nos aporta pueden salir de otros alimentos, tampoco es perjudicial beber leche si no somos intolerantes a la lactosa o alérgicos a la proteína de la leche de vaca (aquí explicamos las diferencias entre ambas).
La capacidad para digerir la leche adecuadamente depende de una enzima, la lactasa, encargada de romper la lactosa en fragmentos más fáciles de procesar por nuestro organismo. Durante miles de años, solamente los niños pequeños generaban lactasa. El gen encargado de hacerlo se apagaba con los años y por eso al llegar a la edad adulta prácticamente el 100% de la población era intolerante a la lactosa y por tanto no podían digerir la leche sin molestias.
La tolerancia a lactosa, minoritaria pero no antinatural
Pero hace aproximadamente 7.000 años, una mutación genética surgió y se fue haciendo cada vez más habitual en la población. Esa mutación hacía que el gen encargado de producir la lactasa no se apagase con la edad, y por tanto los adultos podían seguir bebiendo leche.
Aunque no se sabe con seguridad qué produjo la aparición y expansión de esta mutación, se especula que pudo ser durante una época de escasez de alimentos en la que poder nutrirse con leche era una ventaja evolutiva, y por tanto sus portadores estaban mejor adaptados y tenían más probabilidades de transmitir sus genes a la descendencia. También se cree que pudo ser una respuesta adaptativa a la domesticación del ganado, momento en el que la leche de vaca, cabra u oveja era un alimento más al alcance de los humanos.
Aunque la mutación se expandió considerablemente, no es mayoritaria: se calcula que solo el 35% de la población es tolerante a la lactosa, y que están concentrados principalmente en Europa, regiones concretas de Oriente Próximo y África. En zonas como el sudeste asiático, la tolerancia a la lactosa es mínima entre la población.
¿Quiere eso decir que la tolerancia a la lactosa es antinatural? No más que ser pelirrojo, por ejemplo, otra mutación genética que posee un procentaje minoritario de la población (entre un 1% y un 2% de la población mundial). La aparición y expansión de estas mutaciones es la acción normal de la evolución y no hay nada de antinatural en ello.
Beber leche es saludable pero no necesario
Para las personas que no padecen intolerancia a la lactosa, beber leche puede ser parte de una dieta saludable: es un alimento nutritivo y saludable, rico en proteínas y calcio entre otros nutrientes.
Hay algunos estudios que sugieren que un mayor consumo de leche está relacionado con algunos efectos perjudiciales para la salud y que no protege de posibles problemas de osteoporosis en el futuro ya que no favorece la densidad ósea. Pero hay otros factores que influyen en la densidad ósea, como por ejemplo la vitamina D que proviene principalmente de la exposición a la luz solar o la cantidad de actividad física que realizamos. Es decir, que si no nos sienta mal, no hay razones de salud para dejar de tomarla.
Sin embargo, beber leche tampoco es imprescindible ni necesario. Los nutrientes que aporta la leche se pueden obtener de otros alimentos. Concretamente el calcio, principal argumento de los que defienden el consumo de leche, se puede obtener también de la col, las sardinas o los pistachos entre otros.
La leche, objeto de polémica
La leche se ha convertido en el centro y el ejemplo de un intenso debate sobre nuestro modelo alimentario y es común encontrar posturas enfrentadas que la utilizan como arma arrojadiza.
En resumen, y en lo que a la salud se refiere, la leche es un alimento saludable (siempre que no nos cause intolerancia o alergia) pero no imprescindible, así que cada uno puede tomar la decisión que considere basándose en sus preferencias y, si las tiene, en otras preocupaciones, por ejemplo las ecológicas y las éticas.
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