Si el ejercicio abre el apetito o lo reduce, eso es un dilema que siempre se ha planteado y que se vive de manera diferente según la persona. No obstante, las investigaciones indican que a corto plazo, ejercitarse puede causar deseos de comer, mientras que a largo plazo, la ingesta total de alimentos se reduciría, dependiendo de la actividad que realicemos.
Un reciente estudio, muy original por cierto, no sólo sabe qué ejercicio nos abre el apetito inmediatamente después de realizarlos, sino que dependiendo de qué actividad efectuemos, tendremos ganas de comer algo específico. Es decir, dime qué ejercicio realizas y te diré que tendrás ganas de comer después.
Algunas actividades parecen incentivar la producción de antojos más saludables, como la fruta, mientras que otras provocan el deseo de comer alimentos más calóricos, como el chocolate, por ejemplo.
Según los científicos, nadar un largo y agotador tiempo en una piscina de agua fría, induce al cerebro a buscar una capa de grasa que proteja y aisle el cuerpo, por eso, después de nadar en agua fría, tenemos más ganas de comer alimentos ricos en grasas, como el chocolate por ejemplo.
En cambio, los corredores de larga distancia que pierden gran cantidad de líquidos durante el esfuerzo, tienen deseos de comer alimentos que colaboren con la rehidratación, como son las frutas, y quienes realizan levantamiento de pesas, es más probable que ansíen alimentos ricos en hidratos y proteínas que contribuyan a recuperar su músculo.
Asimismo, existen pruebas de que quienes corren durante 60 minutos en cinta, reducen su apetito al caer la hormona grelina, responsable de inducir el deseo de comer, mientras que otras condiciones y actividades, como nadar en agua fría, incrementa los niveles de esta hormona y genera más hambre.
Cuando el ejercicio se realiza en condiciones climáticas templadas y eleva la temperatura corporal, el apetito se suprime con facilidad, por lo que la saciedad dura hasta unas tres horas después de su realización, cuando los niveles de grelina vuelven a niveles normales. En cambio, cuando se efectúa en ambientes fríos, como es el caso de nadar, el apetito se abre prontamente para elevar la tempertura corporal.
Ahora ya sabemos que no sólo el ejercicio puede influir de manera notable en la regulación del apetito, sino que, nuestro cuerpo es sabio y dependiendo de qué actividad efectuemos y las condiciones de la misma, tendremos hambre o no y desearemos comer frutas, hamburguesas o chocolate.
¿Será esa la causa por la cual Michael Phelps llevaba una dieta tan elevada en calorías y grasas?
Vía | Mail Online
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Imagen | SXC
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