Una de las mejores formas de compartir el tiempo de ocio y el deporte con nuestra familia y amigos, y así también compartir sus beneficios saludables, es practicar el senderismo: una actividad amena, que nos permite disfrutar de la naturaleza y que además es apta para todas las edades y todas las condiciones físicas, siempre y cuando elijamos una ruta adecuada.
Los beneficios de esta actividad física, tanto a nivel físico como a nivel mental, son numerosas. Hablamos de qué beneficios nos aporta el senderismo y os damos algunos consejos para que vuestras salidas al campo o a la montaña sean perfectas.
Los beneficios del senderismo
El senderismo (trekking si lo practicamos en la montaña) es una actividad aeróbica que beneficia a nuestro sistema circulatorio. Practicando senderismo fortalecemos nuestro corazón, algo que puede ayudarnos a prevenir posibles patologías cardíacas y a mantener nuestra presión arterial en unos valores óptimos.
Nuestros músculos y huesos también se ven beneficiados por esta actividad. En el caso de los músculos, los que más trabajan son los del tren inferior haciendo especial hincapié en cuádriceps y glúteos, sobre todo si en nuestra ruta incluimos subidas y bajadas. Los huesos también se ven fortalecidos y aumentan su densidad ósea, algo especialmente importante en el caso de las mujeres de cara a prevenir la osteoporosis.
Al tratarse de una actividad al aire libre que generalmente se practica en el campo o en la montaña, el senderismo además nos anima a respirar aire mucho más puro que el de la ciudad y a evadirnos de nuestras numerosas obligaciones diarias, dándonos un respiro (nunca mejor dicho) tanto físico como mental.
Algunos consejos para que tus salidas sean un éxito
Planifica la salida con antelación: no se trata de salir al campo y echar a andar para ver hasta dónde llegamos. Es necesario que tengamos en cuenta quiénes vamos a participar en la salida (especialmente si contamos en el grupo con personas mayores o con niños) y que elijamos una ruta adecuada para todos. No hace falta que sea demasiado dura ni muy larga, puesto que el objetivo de este tipo de salidas es, más que nada, disfrutar del momento.
Lleva contigo agua y comida: si optamos por realizar una ruta ya establecida seguramente encontremos fuentes o riachuelos por el camino donde podamos abastecernos de agua. Pero nunca está de más llevar con nosotros nuestras propias provisiones. Para comer por el camino son muy prácticos los frutos secos como nueces, almendras o avellanas, que nos darán energía y nos mantendrán saciados durante bastante tiempo.
Protégete del sol de forma adecuada: comienzan a llegar los días de mucho calor y, si salimos al campo o a la montaña sin protección solar, podemos terminar volviendo a casa con quemaduras o con una insolación. Protege siempre tu cabeza con una gorra o un pañuelo y haz lo mismo siempre con niños y personas mayores. Aplica protección solar en todas las partes del cuerpo que queden al aire haciendo especial hincapié en hombros, orejas, nariz y escote, donde la piel es delicada y está muy expuesta al sol.
Lleva siempre contigo un pequeño botiquín: no ocupa apenas espacio en la mochila y puede ser de mucha utilidad en el caso de pequeñas heridas. Asegúrate de que en un bolsa impermeable llevas tiritas, esparadrapo, unas gasas estériles y material para limpiar heridas como agua oxigenada o betadine. Tampoco está de más meter unas pastillas o geles de glucosa o unas pastillas de sales.
No te olvides el móvil: siempre pensamos que no nos puede pasar nada, pero es mejor prevenir que curar. Lleva siempre contigo tu teléfono móvil para poder llamar en caso de emergencia: si nos perdemos, si un compañero o nosotros mismos sufre una caída o lesión o ante cualquier imprevisto lo mejor es avisar a los servicios de emergencia para que ellos nos digan cómo debemos actuar. Una batería de repuesto totalmente cargada también es conveniente.
Con todo esto, ya podemos salir a disfrutar de la montaña o el campo y a pasar un día de deporte junto con toda nuestra familia.
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