Correr no es solo correr: muchas veces, sobre todo cuando empezamos con el running, pasamos todo el tiempo de carrera fijándonos en nuestro ritmo, nuestra respiración, nuestra pisada... ¿Y qué pasa con la parte superior de nuestro cuerpo? Los brazos y su movimiento forman una parte indivisible de la técnica de carrera, y por ello es necesario que le demos la importancia que merecen.
El braceo en el corredor es una herramienta más para marcar el ritmo de la carrera, para impulsarnos hacia delante y para mantener el equilibrio en nuestra postura. ¿Cómo debe ser el braceo y cuáles son las cosas que debemos evitar?
Cosas a evitar: los "bracitos de T-Rex"
Uno de los errores más frecuentes al comenzar a correr, más aun si no tenemos mucha técnica, podemos pecar de lo que yo llamo "brazos de T-Rex": pegamos los codos a ambos lados del tronco, flexionados a algo más de 90 grados y dejamos las manos colganderas, como muertas a partir de la muñeca. Quien más y quien menos lo ha hecho, sobre todo en tiradas largas cuando ya lo que importa es llegar y la técnica brilla por su ausencia.
El problema de los "brazos de T-rex" es que generan una tensión innecesaria en la zona de la espalda alta, obligándonos a llevar una postura encorvada, con la espalda inclinada hacia delante. Tras muchos kilómetros eso suele traducirse en un más que probable dolor lumbar o de cuello, aparición temprana de fatiga, pérdida de la técnica de carrera que nos lleva a necesitar hacer un esfuerzo mayor para recorrer menos kilómetros y además nos impide respirar bien porque nos encorvamos sobre la caja torácica.
Cómo debe ser el braceo del corredor
Como hemos dicho, algunas de las funciones del braceo del corredor son marcar el ritmo (y también la longitud) de la zancada, impulsarnos hacia delante y mantener una posición óptima del corredor manteniendo el equilibrio del cuerpo.
Ahora bien, ¿cómo debe ser este braceo para sea efectivo y eficiente?
- Los brazos deben moverse de forma natural: no fuerces los brazos en una posición que te sea incómoda, porque conseguirás el efecto contrario al que buscas. Comienza caminando y nota cómo al acelerar la marcha tus brazos se mueven de forma casi involuntaria acompasados a tus piernas. Eso es lo que tienes que conseguir también en carrera.
- Codos flexionados a 90 grados: pero no pegados al tronco, como en el caso del T-Rex, sino junto a él dejando que se muevan libremente. El movimiento de los brazos debe partir siempre de los antebrazos y debe dirigirse de atrás hacia delante: evita cruzar en exceso los brazos por delante del cuerpo. La musculatura de brazos y manos debe mantenerse activada pero sin tensión: no aprietes los puños como si fueras a pegar a alguien porque gastarás energía que seguro necesitarás.
- Hombros relajados y sin tensión: de vez en cuando recuérdate mentalmente que los hombros deben mantenerse lejos de las orejas, no como si los lleváramos de pendientes. Al encoger los hombros, aunque sea de forma involuntaria, generamos tensión que nos lleva a posteriores dolores de espalda o incluso calambres en carrera. Personalmente, esto es lo que más me cuesta, y procuro recordármelo a menudo.
Hacer bien el braceo para que nos ayude a correr mejor y de forma más efectiva es cuestión de práctica y paciencia: una vez que hemos interiorizado estos buenos hábitos y hemos aprendido a aplicarlos durante nuestros entrenamientos, veréis como sale prácticamente solo.
¡Ánimo y muchos kilómetros!
Este artículo fue originalmente publicado por Lady Fitness en agosto de 2016 y ha sido revisado para su republicación.
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