En ocasiones elaboramos un plato muy apetecible que contiene muchas calorías y podríamos crear una versión menos calórica con sólo modificar algunos ingredientes en la cocina.
A continuación voy a darles unos pequeños consejos para reemplazar los alimentos más calóricos que utilizamos para darle sabor a nuestras comidas y poder así, disfrutar de la alimentación y sus beneficios sin ganar peso:
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Crema de leche o nata por queso untable, en este caso estamos reduciendo muchas calorías debido a que lo que varía es el contenido de grasas de los alimentos, y la diferencia es aún más notable si escogemos un queso magro o bajo en grasas. Unos 30 gramos (2 cucharadas) de nata tienen alrededor de 120 calorías, mientras que la misma cantidad de un queso crema para untar aporta sólo 40 calorías.
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Mantequilla por aceite, aquí el nutriente principal de ambos alimentos continúa siendo las grasas, pero la diferencia está en el origen de las mismas. La mantequilla es rica en grasas saturadas por ser de origen animal, por el contrario, el aceite es rico en ácidos grasos insaturados por extraerse de vegetales. Entonces ganaríamos en salud debido a que las grasas saturadas aumentan el colesterol LDL (malo) en sangre, mientras que los ácidos grasos poliinsaturados ayudan a disminuirlo y aumentan el colesterol cardioprotector llamado HDL o bueno.
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Quesos rallados por quesos magros, con este reemplazo, estamos aportando igual cantidad de proteínas a nuestro cuerpo y disminuyendo el aporte de grasas. El queso para rallar suele ser duro y muy rico en grasas, en cambio, los quesos más blandos contienen menos grasas y menos aún las variedades magras. A la hora de necesitar queso rallado, el consejo es colocar el queso magro o blando por unos 15 o 20 minutos el el congelador o freezer para que éste se endurezca y permita su paso por el rallador sin problemas. En este caso estaríamos ahorrando por cada 100 gramos de queso unas 90 calorías.
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Nata por yogur natural, una vez más podemos reemplazar la nata por una alimento con menos grasas como es el caso del yogur natural. En esta opción, no sólo ahorramos grandemente en calorías y en grasas sino que escogemos un alimento más nutritivo por ser más rico en proteínas de buena calidad que la nata. Unos 30 gramos de yogur natural contienen entre 20 y 30 calorías, mientras que la crema de leche o nata aportan 120 calorías. Reemplazo conveniente no?
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Patatas fritas por batatas o zanahorias horneadas, los invito a probar unas finas tajadas de batatas o zanahorias o porqué no, patatas cocinadas al horno bien fuerte por unos pocos minutos en reemplazo de las patatas fritas. Verán que sabrosas son las verduras horneadas de esta forma y lo atractivo que resulta saber que podemos ahorrar con este cambio unas 400 calorías por porción.
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Aceite por caldos de verduras, en este reemplazo les propongo eliminar el aceite de los salteados en sartén e incorporar un caldo o cubo de verduras para saborizar. El caldo aporta sabor y una mínima cantidad de grasas, pero el ahorro energético está en la cantidad, ya que con el aceite solemos abusar, en cambio en este caso sólo debemos incorporar un cubo saborizante. Además, el aceite sometido a cocción resulta perjudicial para la salud a diferencia del aceite crudo que usamos como aliño en ensaladas. Una cucharada de aceite contiene 135 calorías provistas únicamente por grasas y un cubo de caldo aporta solamente unas 20 calorías por unidad.
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Azúcar por endulzantes artificiales, en esta opción sólo le quitamos a nuestras infusiones o alimentos calorías, ya que el azúcar o sacarosa sólo aporta energía, no contiene vitaminas, ni minerales y ningún nutriente esencial ara nosotros, por eso se dice que provee de "calorías vacías". Por lo tanto podemos utilizar edulcorantes sintéticos, líquidos o en polvo, que no aportan calorías en comparación con las 60 calorías que aportan unos 15 gramos de azúcar (una cucharada).
Con estos consejos prácticos podemos reducir desde 100 hasta 400 calorías en nuestros platos, los invito a probar con algunos de ellos y verán que la diferencia en sabor no es notoria, pero sí lo es el valor energético de los alimentos. Estos pequeños cambios nos encaminarán por una vida saludable y con menos riesgos para nuestro organismo.
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