La obesidad y el sobrepeso es uno de los principales problemas que afectan a la salud de nuestra sociedad. Este mal, considerado por muchos propio de la sociedad del bienestar, ha dejado de ser exclusivo de los adultos, y cada vez está haciendo más mella en la población infantil. Las causas de que un niño tenga sobrepeso y pueda desarrollar una obesidad son varias, pero una que puede afectar bastante es el estrés de los padres. Los padres son un pilar fundamental en el desarrollo de los niños, ya que su comportamiento y apoyo determinará la personalidad de los infantes. La falta de apoyo puede hacer que un niño sufra de diversos problemas, y uno de ellos puede ser el descontrol alimenticio que acaba causando un sobrepeso o incluso una obesidad. En contra de lo que muchos piensan, los niños también se ven afectados por su entorno. Son personalidades que están más receptivas a los cambios del ambiente que un adulto, ya que en los años de la infancia es cuando se forja la personalidad que acabaremos teniendo en la edad adulta, y por ello nos mostramos más receptivos a los mensajes que nos llegan del exterior. Para conseguir un buen desarrollo es conveniente que los niños estén rodeados por un clima de estabilidad y control. El estrés es un factor determinante en la conducta, no solo adulta, sino también infantil. Situaciones estresantes son las que pueden hacer que en los niños se desarrolle un cuadro de ansiedad que se traduce en más ganas de comer. Una ingesta de alimentos descontrolada que acaba pasando factura al menor, que engorda por encima de sus necesidades acabando por desarrollar una obesidad. Cuando uno de los padres, o ambos están pasando por una situación de estrés, los niños son uno de los principales afectados ya que son los que más acaban padeciendo esta situación. Normalmente un niño necesita la atención de los progenitores, tanto afectiva como pedagógica. En situaciones de estrés este vínculo se acaba resintiendo debido a que los padres no se encuentran en condiciones de atender a sus hijos como se merecen. Este descuido se acaba traduciendo en abandono y falta de interés en lo que a buenos hábitos alimenticios se refiere. Para no prolongar la situación de agobio sufrida por los padres se suele tender a bajar la guardia para con los hijos, y dejarles alimentarse un poco a su antojo, de modo que estén contentos. Esta situación de comodidad por parte de los progenitores acaba generando en los niños una situación de mala alimentación, ya que los menores suelen decantarse por los alimentos más clóricos y menos recomendables. El aumento de peso es inminente, y con él los diferentes problemas que se suelen presentar. Es importante que los padres estén siempre pendientes de la alimentación de los hijos. El estrés no puede ser una excusa para abandonar la educación de los vástagos pues acabarán forjándose una serie de hábitos mal aprendidos que les mancarán de por vida. Los niños necesitan nuestra atención y por ello debemos guiarles en la correcta alimentación y la forma más correcta de afrontar la vida.
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