Muchas de las dietas que empezamos para perder peso y mejorar nuestra salud acaban por fracasar, lo que hace que perdamos las ganas de seguir intentándolo. La única manera de conseguir lo que buscamos es cambiando nuestro hábitos alimenticios, nunca nos tenemos que dejar llevar por los efectos de las dietas milagro.
Normalmente este tipo de dietas que prometen mucho en poco tiempo acaban por dañar nuestra salud pues suelen ser muy agresivas con nuestro organismo. Lo ideal es mantener una constancia a la hora de alimentarnos. Tenemos que tener en cuenta las cualidades de los alimentos y el efecto que van a tener en nuestro cuerpo, y es que para poder olvidar los problemas con la báscula es necesaria una adecuada educación frente a los alimentos.
Uno de los pilares básicos para mantener una dieta adecuada es la motivación. Debemos ser constantes y convencernos de que una alimentación correcta es lo mejor para nosotros. Simplemente es aprender a mirar con otros ojos los alimentos y saber cuáles son los que nos convienen y cuáles no. Este proceso es lo que se conoce como corrección de la dieta, algo que para nada es fácil de conseguir.
Para que esta reeducación sea efectiva debemos ponernos en manos de un profesional que nos controle y nos sepa guiar por el camino adecuado. Nunca tenemos que ser nosotros los que adaptemos nuestra dieta, ya que cada persona necesita unas directrices concretas. El apoyo de este profesional de la nutrición y sus consejos nos van a guiar por el camino a seguir.
Es importante que dispongamos de ejemplos y de variedad de menús donde nos podamos mover con facilidad y no cansarnos. Es por esto que debemos conocer las propiedades de los alimentos para saber qué comprar a la hora de ir al supermercado donde nunca debemos llegar con hambre para evitar tentaciones y comprar cosas innecesarias que en la mayoría de los casos suelen ser alimentos cargados de calorías vacías.
Un hábito que no debemos pasar por alto es leer la etiqueta de los alimentos y saber interpretarla correctamente controlando en cada momento lo que estamos ingiriendo. Hay que poner especial interés en las grasas que contienen así como en el aporte proteico y vitamínico. Nunca debemos ingerir alimentos con un alto contenido de grasas saturadas, ni un exceso de azúcares que nos aportarán calorías vacías.
La reeducación alimenticia no es una tarea fácil, pero con voluntad y dedicación se puede conseguir siempre y cuando nos dejemos guiar por la persona adecuada. De nada nos sirve hacer caso de mitos o estereotipos alimenticios.
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