Cada año, desde el 2000, se viene celebrando el 4 de febrero del Día Mundial contra el Cáncer. Este año, con datos del Instituto Nacional de Estadística y de la Red Española de Registro del Cáncer, La Sociedad Española de Oncología Médica ha presentado los que serían los datos del cáncer en nuestro país. En ella indican que la incidencia del cáncer ha aumentado en un 12% desde 2015. Esto quiere decir que, para este año, se estima que se diagnosticarán 277.234 casos nuevos.
Esta enfermedad supone la segunda causa de muerte más habitual tanto en España como a nivel mundial. En cualquier caso, en nuestro país la supervivencia a esta enfermedad sigue aumentando y, ahora mismo, se sitúa alrededor del 53% a los cinco años, aproximadamente. La cifra es positiva, pero se estima que los casos de cáncer y tumores seguirán aumentando en los próximos años y también los fallecimiento por causa de la enfermedad.
La importancia del diagnóstico precoz bien entendido
La Sociedad Americana contra el Cáncer nos recuerda que el diagnóstico precoz puede ayudarnos a encontrar de forma temprana algunos cáncer en etapas iniciales, lo que evite que puedan crecer o, incluso, propagarse. Sin embargo, el diagnóstico precoz debe entenderse de manera adecuada y desde la calma y no la alarma. De otro modo, corremos el riesgo de que se den sobrediagnósticos que, lejos de aumentar la efectividad del diagnóstico precoz lo reduzcan.
En ocasiones, los medios creamos cierta alarma con la insistencia del diagnóstico precoz que genere preocupación en la población. Lo principal que debemos tener claro es que el sistema invierte muchos recursos para ofrecernos las mejores garantías posibles. Por ello, a la hora de asegurarnos un diagnóstico precoz lo más recomendable que podemos hacer es acudir a los cribados de la sanidad pública cuando nos toquen - mamografías periódicas a partir de los 45-50 años, revisiones ginecológicas periódicas, prueba de heces a los 50 años (cáncer de colón) entre otros -.
Por otro lado, si tenemos antecedentes familiares es importante que informemos a nuestro médico para que tome las medidas que considere oportunas. si tenemos alguna duda o preocupación, nuestro médico es la persona que mejor conoce los protocólos existentes y él será quien deba recomendarnos las mejores opciones para nosotros. El mejor consejo es escuchar a nuestros médicos y cumplir con las revisiones estandarizadas y periódicas existentes.
La prevención necesaria
Lo que sí que podemos hacer nosotros es prevenir los factores de riesgo que aumentan las posibilidades que tenemos de padecer esta enfermedad. La realidad es que el cáncer es una enfermedad multifactorial y algunos de nosotros, tenemos un riesgo genéticamente mayor de padecer la enfermedad y que llevemos a cabo toda la prevención posible pueda no ser suficiente para no padecer la enfermedad.
Sin embargo, lo que sí es seguro es que algunos comportamientos y hábitos aumentan las posibilidades que cualquiera de nosotros tiene de sufrir la enfermedad. Prevenirlos no implica que necesariamente vayamos a sortear la enfermedad, pero sí que reduce el riesgo que tenemos. En este sentido, la investigación científica ha asociado desde hace muchos años el tabaquismo con algunos tipos de cáncer. En los últimos años se han encontrado cada vez más evidencias que señalan que el consumo de azúcar y de grasas trans aumentan el riesgo de desarrollar la enfermedad.
El consumo de carnes procesadas y, por supuesto, el de alcohol también suponen importantes factores de riesgo para esta enfermedad. Es por ello que, hasta ahora, la investigación científica ofrece ciertas recomendaciones que nos ayudarán a prevenir los riesgos que tenemos de padecer la enfermedad. Debemos recordar que, ningún alimento curará una enfermedad como el cáncer cuando ya lo padecemos y que, en ocasiones, la prevención puede no ser suficiente. Sin embargo, es lo que está en nuestras manos para poder reducir el riesgo y cuidarnos a nosotros mismos.
Adoptar hábitos nutricionales saludables: reducir el consumo de azúcar, de grasas trans, de aceites y harinas refinadas y de alimentos ultraprocesados es un primer paso a la hora de llevar a cabo prevención contra el cáncer. Según algunos datos, el 35% de las causas por las que aparece el cáncer vienen de la nutrición, por lo que se trata de un aspecto muy importante a tener en cuenta. Es importante añadir a nuestra dieta frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales. Además, procurar reducir la ingesta de azúcares libres a menos del 5-10% de nuestra ingesta calórica.
Realizar ejercicio físico: la realización de ejercico físico ha mostrado reducir algunos marcadores biomoleculares en personas que padecían cáncer de mama, de colón e, incluso, de pulmón. Asegurarnos de mantener una vida activa y realizar ejercicio físico periódico puede ayudarnos a prevenir dicha enfermedad.
Abandonar el consumo de alcohol y tabaco: la realidad es que el alcohol está muy instaurado en nuestra sociedad y recomendar su abandono puede resultar polémico. Lo que debemos saber es que su consumo está relacionado con el riesgo de padecer cáncer y que la prevención de esta enfermedad pasa por no consumir alcohol. Lo mismo ocurre con el consumo de tabaco, cuya relación con el cáncer está más que comprobada.
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