Y el hombre creó el fitness. Y vio que era bueno para mantenerse en forma y para prepararse para el veranito en la playa. Pero no todo era alegría y alborozo en la sala de fitness porque muy a menudo (más de lo que nos gustaría) pecamos. Y además solemos pecar a lo grande, nada de nimiedades. Hoy repasamos los siete pecados capitales del fitness, ¿sois unos pecadores, vitónicos?
A continuación os traemos una pequeña descripción de estos pecados, junto con una penitencia a cumplir si habéis caído en ellos. ¿Os reconocéis en muchos o sois unos santos?
Soberbia, lujuria, avaricia... ¿en cuántos has caído?
- La soberbia: quizás el más extendido de todos los pecados. El creerse más fuerte, más rápido y más ágil que ninguno... hasta que se te cae una mancuerna en el pie o hasta que te das con el agarre del jalón en la cabeza (true stories, los dos). Eso en el mejor de los casos, porque si nos ponemos en lo peor podemos estar hablando de una lesión seria por querer tirarnos el rollo con todo el peso que levantamos. Penitencia: un calentamiento más largo y unas series subiendo el peso de forma progresiva la próxima vez que te toque entrenar.
- La avaricia: un pecado muy típico cuando estás entrenando con superseries o haciendo un circuito, y haces acopio de todas las mancuernas que encuentras por la sala para poder hacer tus series sin esperar. Aplicable también al que deja la toalla (lleva toalla, eso ya es un punto a favor) en el asiento de una máquina en plan "está reservada" mientras se va a la otra punta del gimnasio a usar otra diferente. Penitencia: ¿eres capaz de hacer una rutina de básicos solo con la barra olímpica, unos discos y un banco? Échale imaginación y aprovecha el material, ¡quizás un día no lo tengas disponible!
- La ira: en la última repetición de la última serie el increíble Hulk se apodera de ti y pegas unos gritos que asustas a medio gimnasio. Bien si es un caso aislado y porque realmente te ayuda (lo que realmente estás haciendo es soltar el aire en la fase de mayor dureza del ejercicio, algo muy parecido al control de la respiración de Pilates); mal si empiezas a hacerlo en la primera serie del calentamiento. Penitencia: grábate y escúchate aullando desde la primera repe. La próxima vez no lo harás.
- La pereza: el pecado de la pereza aparece en las salas de fitness en forma de dejar todo tirado por el suelo cuando terminas de entrenar. O en dejar todos los discos cargados en las barras cuando terminas tus series. No estás solo en el gimnasio: aprende a convivir con los demás. Además, ¿no sabes que coger las pesas y colocarlas en su sitio es el ejercicio más funcional que puedes hacer? Penitencia: ni que decir tiene que la próxima vez recogerás tus pesas y las de tus amigos, para que no se te vuelva a olvidar.
- La gula: me centraré en el post-entreno, que es el que solemos hacer aún en la sala de fitness, no sea que nos pasemos un minuto y se vaya a cerrar la ventana anabólica (guiño-guiño). Elige bien lo que comes después de entrenar: no, el burguer de la esquina no es la mejor de las opciones, aunque te lo hayas ganado. Penitencia: batido del sabor que menos te guste durante los próximos tres días.
- La envidia: "no envidiarás los abdominales ajenos". Si quieres tener los (inserte aquí la parte del cuerpo deseada: abdominales, brazos, piernas, gemelos, glúteos...) del compañero que está entrenando a tu lado, solo hay una solución: entrena y come bien. Seguramente él lleva haciéndolo ya mucho tiempo. Ten paciencia y no seas envidioso: la envidia rara vez es "sana". Penitencia: selfie en el espejo junto al compañero envidiado, y directo a todas tus redes sociales.
- La lujuria: estás en un gimnasio, no en un desfile de modelos. No es necesario que te comas con la mirada a nadie ni que te quedes pegado a los cristales de la clase de spinning o pilates. Sabemos que hay poca ropa, sabemos que hay sudor, pero procura concentrarte.Penitencia: haz el paseíllo por todo el gimnasio para que todos te miren a ti y puedas experimentar por ti mismo que no es muy agradable.
¿Habéis caído en alguno de estos pecados? ¡Sed buenos, vitónicos!
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