Todo esfuerzo físico que realicemos incluyen un daño a las fibras musculares y un vaciamiento de los sustratos energéticos, así como una elevación de los niveles de ácido láctico que reducen el rendimiento físico. Por ello, para que el cuerpo sufra una adaptación positiva que beneficie al organismo, es necesario considerar una eficiente recuperación.
La recuperación pasiva es aquella que incluye el reposo, mientras que la recuperación activa incluye la no inmovilización el cuerpo para reponer las pérdidas y facilitar la adaptación después del esfuerzo. La recuperación activa está ganando adeptos en la actualidad debido a diversos estudios que muestran sus beneficios.
Podemos efectuar una recuperación activa entre series de musculación o entre series de entrenamiento atlético, de corta duración y alta intensidad (sprint), como asi también, podemos considerar la recuperación activa los días posteriores a una competencia o a un entrenamiento intenso.
La clave está en efectuar ejercicios suaves, que movilicen el cuerpo y que, de ésta forma, no lo fatiguen, pero si que estimulen la circulación sanguínea, oxigenen los tejidos y purifiquen los músculos del lactato concentrado en estos.
Además, la recuperación activa, como cualquier movimiento corporal, favorece la liberación de endorfinas lo cual ayuda a reducir el dolor muscular posterior al esfuerzo y descongestiona los músculos, los relaja y contribuye a su funcionalidad posterior, al mismo tiempo que reduce el riesgo de lesiones.
Una eficiente recuperación activa debe estar conformada por ejercicios que impliquen un esfuerzo para el cuerpo, pero de mucho menos intensidad que aquel del cual nos estamos recuperando, y por supuesto, no pueden faltar los estiramientos.
También podemos efectuar una recuperación activa en el momento de enfriamiento o vuelta a la calma, para provocar un descenso de la frecuencia cardíaca de manera progresiva y al mismo tiempo, favorecer el flujo sanguíneo por todo el cuerpo que reduzca los niveles de ácido láctico e incremente la llegada de oxígeno y nutrientes para reponer las pérdidas.
La recuperación activa está ganando adeptos debido a sus ya dichos beneficios y además, considero que es una buena forma de no perder el hilo a los entrenamientos y proteger al cuerpo, conservar el rendimiento y la funcionalidad de los músculos. Por eso, después de un día duro de entrenamiento, simplemente dedícate a caminar, a andar en bicicleta a ritmo moderado o a realizar alguna otra actividad que favorezca la recuperación de tu organismo.
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Imagen | lusi
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