Hemos entrado en la semana 3 de entrenamientos para alcanzar la meta de correr 10 kilómetros. Empezamos a notar como nuestras piernas y nuestros pulmones se adaptan al esfuerzo. Los músculos están más fuertes, controlamos mejor la respiración y ya no nos ahogamos.
Todo parece ir bien, pero hay un pequeño detalle que a veces pasamos por alto: la mente no está en el mismo sitio que nuestro cuerpo. Nos surgen dudas de si podremos llegar a correr esos 10 kilómetros, a veces pensamos que no somos capaces de avanzar y nos sentimos atascados. Nuestra mente influye en nuestros logros. La buena noticia es que, igual que el cuerpo, también podemos entrenar la mente. Estas son algunas de las claves.
Autoconocimiento
Al enfrentarnos a cualquier reto es extremadamente importante que dediquemos cierto tiempo a conocernos a nosotros mismos. Esto significa que debemos aprender a descubrir cuáles son nuestras reacciones, nuestras preocupaciones y nuestros miedos ante ciertas situaciones.
Por ejemplo, debemos reconocer cómo reaccionamos cuando estamos bajo presión. Debemos plantearnos si tenemos algún miedo ante este nuevo reto, si correr nos causa algún tipo de preocupación o si tenemos algún tipo de preocupación. Pero no solo eso, también debemos centrarnos en reconocer qué nos motiva y que consigue que estemos concentrados.
Si no lo sabemos, será mucho más difícil que podamos recuperar la motivación o la concentración cuando esta nos falle. Dedicarle un tiempo a la introspección es, por ello, mucho más importante de los que podríamos pensar.
Marcarnos objetivos
Lo principal para entrenar la mente a la hora de enfrentarnos a un reto es el de marcarnos unos objetivos. Pero no basta con que sea un objetivo abstracto. Por ello, los objetivos tienen que ser concretos y estar bien definidos para que puedan ser medibles.
En el caso concreto de entrenar para conseguir correr los 10 kilómetros, tenemos una ventaja: la planificación la tenemos por escrito, lo que nos permite saber cuáles son nuestros objetivos y actividades semana a semana. Además, nos permite medir de una forma clara si estamos cumpliendo o no los objetivos.
Celebra los logros
Una vez vayamos cumpliendo nuestros objetivos, es importante que nos premiemos por ello. Puede ser dándote un pequeño premio, comprando ese capricho que queríamos o, simple y más sencillamente, felicitándonos por nuestro logro.
El hecho de ir consiguiendo nuestras metas y objetivos nos ofrece una sensación de realización que ayuda a mantener la motivación. Además, nos ayuda a mejorar la confianza en nuestras capacidades.
Hablarnos en positivo
Tendemos a hablarnos a nosotros mismos en un tono y unos términos que no utilizaríamos con otras personas. Somos especialmente duros cuando no conseguimos cumplir con las metas que nos hemos marcado. Por ello, debemos intentar hablarnos a nosotros mismos en positivo. Felicitarnos, recordarnos lo que ya hemos conseguido, afirmarnos a nosotros mismos que sí podemos.
Aprender técnicas de relajación
Las técnicas de relajación y visualización se utilizan muy a menudo con el fin de ayudarnos a enfocarnos en nuestra meta. Una vez que tenemos los objetivos, visualizarlos antes de enfrentarnos a ellos también nos ofrece seguridad en lo que estamos haciendo. Con esta técnica podemos enfrentarnos con más confianza y tranquilidad a nuestros retos sin que nos intimiden tanto.
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