La kinesiofobia es un termino que hace referencia, literalmente, al "miedo al movimiento". Es un miedo patológico a realizar movimientos, incluso aunque sean movimientos muy pequeños en los casos más graves, por temor a que estos resulten dolorosos.
Es una situación que se genera en patologías que cursan con dolor, ya sea agudo (después de un accidente...) o crónico (dolor lumbar, cervical...). Es un problema que tiene un componente físico (estructuras afectadas) pero también de conductas, creencia y catastrofismo.
No mover la zona lesionado: de lo normal a lo patológico
Al sufrir una lesión, es una tendencia natural el limitar el movimiento de la zona dañada, para favorecer su recuperación. La kinesiofobia ocurre cuando la precaución es excesiva, más allá de lo saludable, y se tiene miedo a realizar incluso movimientos mínimos por pensar que estos pueden empeorar la lesión.
También hay casos en los que se recomienda ejercicio o tratamiento para mejorar de la lesión, pero la kinesiofobia impide que la persona participe en este tipo de tratamientos, por pensar que pueden perjudicar.
El catastrofismo consiste en los pensamientos acerca del daño o los problemas derivados de hacer ejercicio o movimiento. Hace que la persona crea que que todo ejercicio o movimiento va a empeorar la lesión, se mueve con miedo, y eso genera rigidez, además de posturas y movimientos patológicos, que perpetúan dolores y problemas. Es un círculo vicioso.
Conocí el caso de una persona que había sufrido un accidente de tráfico, lo cual le generó una lesión en el cuello. Esta persona, una vez que se recuperó, utilizaba un collarín cervical para conducir, por miedo a sufrir un accidente y que el cuello se lesionara nuevamente. Presentaba limitación de la movilidad cervical así como otros problemas derivados de esta actitud hipervigilante.
El movimiento suele ser un buen tratamiento
Y es que precisamente lo hemos nombrado en diversas ocasiones: en caso de dolores crónicos, no solo es recomendable el ejercicio: es algo necesario, imprescindible, para reducir la sensación dolorosa y recuperar la calidad de vida.
En caso de lesiones agudas, también existe la indicación de pasar de tratamiento pasivo a téncicas activas, lo cual incluye ejercicio y movimiento. Lo importante es que siempre, en cada caso, el ejercicio y los movimientos son adaptados, dependiendo del dolor, del miedo... Para hacerlo poco a poco y según las necesidades concretas.
Existen escalas y valoraciones para detectar el catastrofismo y la kinesiofobia. En cuanto al tratamiento, se suelen emplear medidas que combinan exposición progresiva al problema.
Esto consiste en reproducir gestos y movimientos que el paciente piensa que no va a poder hacer, y que le van a generar dolor. Se hacen de manera suave, controlada y, poco a poco, se va añadiendo peso o dificultad. Suelen reproducir situaciones cotidianas, para enseñar a la persona que es capaz de hacer vida normal sin tener que estar constantemente preocupada por el dolor.
He visto casos, en vídeo, de personas que, literalmente, lloran de miedo cuando hacen este tipo de ejercicios, que consisten en, por ejemplo, sacar bolsas del maletero del coche, o agacharse para recoger un objeto del suelo. El pensar en hacer estos movimientos ya les generaba terror, pero, en el ejercicio, se ve como, poco a poco, van consiguiendo hacerlo (con ayuda de los fisioterapeutas que les indicaban la progresión).
También suelen ser necesarias intervenciones de tipo psicológico, para reconducir esos pensamientos negativos y catastrofistas y hacer ver que el movimiento es algo natural y que nuestro cuerpo está diseñado para moverse y para soportar esfuerzos.
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