Por umbral de dolor se entiende la intensidad mínima de estímulación que provoca sensación de dolor. No es una constante, pues puede variar dentro del propio sujeto (depende de la región corporal, estímulo empleado, factores subjetivos y emocionales) y también varía de un sujeto a otro.
Diferenciamos umbral y percepción porque, como hemos dicho, el hecho de que un estímulo nos resulte desagradable o doloroso no depende únicamente de nuestro umbral del dolor, sino también de una serie de factores subjetivos que modulan la percepción del dolor.
El dolor es útil
Esto es algo que a veces se nos pasa: el dolor nos resulta útil para nuestro día a día. El tener la sensibilidad alterada, o no percibir dolor, es una patología. El dolor agudo tiene una función biológica: nos avisa de cuando hay peligro. Es una señal de alarma.
Previene el daño en los tejidos. Por eso a veces sentimos dolor muy grande (cortarse con una hoja de papel) pero vemos que no hay lesión. El cuerpo avisa para activar maniobras de retirada, precisamente para evitar la lesión.
En caso de producirse una molestia o lesión (por ejemplo, molestias o un "tirón" al hacer ejercicio), el cuerpo avisa mediante el dolor, de la necesidad de reposar o cambiar de actividad. El dolor actúa haciendo que modifiques tu comportamiento, para evitar un daño mayor y dar tiempo a los tejidos y estructuras a recuperarse.
También hay que tener en cuenta que en ocasiones puede haber un daño en el tejido y no haber dolor. Por ejemplo, fracturas de huesos que pasan desapercibidas, o roturas completas de ligamentos de tobillo o de rodilla que no generan dolor. En estas ocasiones hay que atender a otros síntomas: dificultad para moverse o realizar actividades cotidianas, hinchazón de la zona, aparición de hematoma u otras señales...
La percepción del dolor varía
Y lo hace dependiendo de la persona, del momento, de la situación... No tenemos siempre la misma percepción de dolor. Si estamos cansados, tristes, bajos de energía... Un estímulo puede resultar doloroso (por ejemplo, golpearse en el pie al caminar descalzos y chocar con la mesita de noche, parece un dolor insoportable...).
Sin embargo, si estamos eufóricos, motivados, activos... Un estímulo mucho más fuerte puede no provocar dolor. Por ejemplo, los deportistas celebran una victoria lanzándose unos sobre otros, o dándose fuertes palmadas de júbilo, sin mayores consecuencias.
Esto no es simplemente por los estados de ánimo, o dependiendo de la persona, sino que hay mecanismos a nivel del sistema nervioso central y periférico que modifican la percepción del dolor.
Por poner un ejemplo, podemos citar el caso de las endorfinas, esas sustancias que sabemos que se producen al hacer ejercicio físico, y que son en parte responsables de que el ejercicio ayude a sentirse mejor y, en parte, pueda a mejorar los síntomas en diversas patologías (artrosis, dolor lumbar...).
Nuestra actividad cotidiana y modo de vida, así como actitudes y pensamientos, influyen en nuestra percepción del dolor. Una persona sedentaria y con malos hábitos está menos preparada a soportar esfuerzos. Por eso puede parecer que tiene "el umbral del dolor más bajo". Esta persona será más propensa a padecer molestias si realiza esfuerzos. Incluso puede sufrir molestia para realizar ciertas actividades cotidianas (caminar larga distancia, subir y bajar escaleras...).
Sin embargo, una persona activa, acostumbrada a realizar esfuerzos, es menos probable que sufra molestias realizando actividades cotidianas. Es como si su "umbral del dolor" fuera más alto, aunque esto no es del todo así. Sobre todo lo que ocurre es que su organismo (cuerpo y mente, por así decirlo) está más preparado para realizar esfuerzos, y su sistema de alarma (el dolor) no se activa con tanta facilidad.
Por toda esa información que puede dar el dolor (tipo de dolor, zona donde aparece, intensidad, duración...) es un elemento muy a tener en cuenta. No debemos subestimar los avisos de este sistema de alarma, por ello la importancia de no entrenar si sospechamos lesión y aplicarr medidas para prevenir lesiones frecuentes.
El ejercicio físico es un agente que puede ayudar a modificar para bien la percepción del dolor. Este es un motivo más para luchar contra el sedentarismo.
En Vitónica | Ejercicio y endorfinas ¿Qué actividad nos hace más felices?
Referencias
Butler D. Explicando el dolor (Explain Pain). Adelaida: Noigroup Publications; 2010.
Torres Cueco R. La Columna cervical: Síndromes Clínicos y su Tratamiento Manipulativo. Madrid: Editorial Médica Panamericana; 2008.
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