El omeprazol es el fármaco por excelencia indicado para el tratamiento del reflujo gastroesofágico, gastritis o úlcera gástrica, sin embargo, la posibilidad de acceder a él sin receta médica y los tratamientos de extensas duración demuestran el uso excesivo que se hace de este fármaco cuyos riesgos son poco conocidos.
La doble cara del omeprazol
El omeprazol es un inhibidor de la bomba de protones, es decir, reduce la secreción ácida del estómago y por ello es tan utilizado así como eficaz en el tratamiento de patologías cuyos síntomas se asocian a la acidez.
Sin embargo, un uso extendido del mismo (que suele ser muy frecuente) o acudir a esta medicina para reducir una acidez aguda y aislada puede ser un grave error, ya que así como puede beneficiarnos en patologías concretas, la reducción de la secreción ácida del estómago también puede perjudicarnos a largo plazo.
Entre otras cosas, la acidez permite que tanto el hierro como la vitamina B12 se absorban correctamente en el intestino, por lo que el uso excesivo y crónico de omeprazol puede ser causante de carencia de estos nutrientes y por ello, de anemias nutricionales.
Por otro lado, también puede incrementar el riesgo de sufrir una hipergastrinemia o lo que es igual un exceso de gastrina en el estómago que de forma sostenida en el tiempo puede ser causante de cáncer. Un mayor riesgo de osteoporosis y de hipersecresión ácida de rebote tras finalizar el tratamiento con omeprazol son otras de las consecuencias frecuentes del uso de esta medicina de forma excesiva y por largo tiempo.
Por todo esto, es fundamental no automedicarse y hacer un uso racional del omeprazol que si bien puede ayudar en patologías gastricas concretas también puede perjudicarnos en exceso y tras un uso prolongado, por lo que siempre deberíamos seguir el consejo médico para su consumo y tener en cuenta que los efectos adversos de su abuso no son pocos para el organismo.
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