Estamos viviendo en al siglo XXI donde la información es de gran relevancia y se encuentra al alcance de nuestras manos todo el tiempo. Y aunque ello parecería ser algo muy positivo podemos sufrir una intoxicación con la misma, pues el exceso de información es el mal de nuestros días, también en temas de salud.
El exceso de información desinforma y confunde
Aunque parece contradictorio, tener tanta información constantemente no sirve para instruirnos sino que puede desinformarnos y confundirnos volviendo perjudicial su permanente presencia y fácil acceso.
De hecho, la 12° encuesta anual de alimentos y salud de la Fundación del Consejo Internacional de Información sobre Alimentos señala que los estadounidenses se sienten abrumados por la información contradictoria de alimentos y nutrición y a pesar de contar con una gran alfabetización al respecto, están más confundidos que nunca.
El 78% de los encuestados indica que encuentran mucha información contradictoria acerca de qué comer y evitar y más de la mitad del total de los evaluados señaló que esa es la causa de sus dudas al momento de tomar decisiones alimentarias.
La realidad es que con sólo prender el ordenador y utilizar un buscador podemos tener información nutricional de todo tipo, encontrando fuentes fiables y no tanto, así como estudios obsoletos y actuales que analizados rápidamente o sin poner atención a los detalles pueden brindar información errónea.
Los alimentos cambian de reputación conformen pasan los años, el marketing que se hace en torno a ellos (incluso empleando titulares llamativos sobre alimentos) pueden crear una idea falsa acerca de las propiedades de los ingredientes que usamos. E igualmente puede cambiar la información que recibimos de un profesional a otro así como también podemos estar influenciados por las experiencias o falsas creencias de familiares y amigos.
Esto es confirmado por la encuesta mencionada antes que demostró que el 77% de los estadounidenses dependen de amigos y familiares por lo menos un poco para la nutrición y la información de seguridad alimentaria, pero sólo el 29% tiene una real y alta confianza en la familia o amigos como fuentes de información.
No sabemos si fiarnos de lo que leemos, si podemos confiar en el profesional que dice exactamente lo contrario a lo que señala nuestra abuela, o ai podemos guiarnos de antiguas creencias
Así, recibimos tanta información y tan contradictoria que culminamos intoxicados con la misma de manera tal que su presencia a nuestro alcance no sirve de nada sino que genera el efecto contrario, pues no sabemos si fiarnos de lo que leemos, si podemos confiar en el profesional que dice exactamente lo contrario a lo que señala nuestro amigo o nuestra abuela que debemos hacer, o bien, porque nos guiamos por antiguas creencias que hoy pueden haber cambiado.
El exceso de información en nada ayuda y el único arma que como consumidores deberíamos usar son los etiquetados alimentarios, que son incomprensibles y confusos para muchos consumidores o bien, proveen información errónea o escasa sobre los productos que sumamos a nuestra dieta.
¿Dónde puedo encontrar claridad?
Si tu eres uno más que se encuentra intoxicado de tanta información por estos días y confundido acerca de qué es sano y qué no, quizá sea momento de comenzar a buscar claridad en temas alimentarios.
Lo primero que debes saber es en qué profesional puedes confiar y en quién no, así como también, no dejarse guiar por las percepciones y experiencias de otros, porque cada persona es diferente y ni aun tu hermano u otro familiar pueden obtener el mismo efecto de un alimento como así tampoco tienen iguales necesidades.
Por otro lado, hay que mirar muy bien las fuentes consultadas así como leer con atención los estudios, ya que muchos son financiados por la industria alimenticia pudiendo dar origen a información sesgada, mientras que también debemos recordar que cuando se concluye una asociación no hablamos de causalidad.
Otro recurso que puede brindar claridad en temas de nutrición y alimentación es aprender a leer etiquetas nutricionales sin dejarnos guiar por las leyendas de los envases, los colores o las publicidades y demás estrategias de marketing.
Por último, evitar el exceso de información es algo que deberíamos intentar para no intoxicarnos ni confundirnos con demasiados datos que por supuesto, pueden ser contradictorios y muy diferentes entre sí.
Bibliografía consultada | International Food Information Council Foundation
Imagen | iStock