Cada verano se forman dos bandos opuestos en todas las oficinas y hogares: el de los calurosos, armados con el mando del aire acondicionado, dispuestos a mantener la temperatura por debajo de los 22 grados cueste lo que cueste, y el de los frioleros, que se juegan el pellejo por hacerse con el control de la temperatura y revertir la polaridad (nunca mejor dicho), evitando así morir congelados.
Si bien los sistemas de calefacción llevan miles de años con nosotros, los de refrigeración son en muchos casos un lujo moderno, no estrictamente necesarios para nuestra supervivencia (quizá sí en algunos lugares de nuestra geografía) pero sí increíblemente convenientes cuando julio y agosto nos pasan su factura.
Sin embargo, no todo el mundo los disfruta con el mismo entusiasmo y para algunos supone incluso una preocupación en cuanto a la salud. Diversos estudios han analizado el efecto, bueno y malo, que tiene sobre nuestro cuerpo la exposición al aire acondicionado, y estas son las principales preocupaciones.
Cuidado con los microbios
A diferencia de lo que ocurre con la calefacción, los sistemas de aire acondicionado suelen generar una gran humedad, que debe ser canalizada de alguna forma. Una acumulación de agua estancada y humedad puede ser un foco de bacterias y hongos. La mejor prevención para evitarlo es una instalación adecuada y un mantenimiento periódico.
Problemas respiratorios
Obviamente, es el sistema respiratorio el más expuesto a los efectos del aire acondicionado y a esa posible acumulación de bacterias y hongos.
Según un estudio realizado en casi cien edificios de Estados Unidos con aire acondicionado, esa exposición a equipos mal instalados o con un mantenimiento deficiente aumentaba el riesgo de sufrir o empeorar casos de asma o alergias.
Síndrome del edificio enfermo
El aire acondicionado es una de las principales causas del llamado síndrome del edificio enfermo, que se define como un conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire en espacios cerrados.
La mala ventilación, temperaturas descompensadas, las partículas en suspensión y los gases que emanan de los productos de limpieza industrial son algunos de los causantes de estas enfermedades, así como la iluminación deficiente en luz natural, mala acústica o muebles poco ergonómicos.
Entre los síntomas de este síndrome se encuentran: jaquecas, náuseas, mareos, resfriados persistentes, irritaciones de las vías respiratorias, piel y ojos, etc. Entre ellos, las alergias ocupan un papel importante.
También tiene sus ventajas
Pero alto ahí si ya estabas pensando en desinstalar tu aparato de aire acondicionado o utilizar estos argumentos en la guerra por la climatización de tu oficina, porque otros estudios han demostrado que, cuando funciona correctamente, el aire acondicionado tiene efectos positivos sobre la salud.
Según un estudio realizado por Michelle Bell, profesora de salud medioambiental de la Universidad de Yale, utilizar el aire acondicionado reduce la exposición a partículas de contaminación del aire que se encuentran habitualmente en el ambiente en entornos urbanos.
El uso de aire acondicionado central hace que penetre en el edificio menos contaminación atmosférica que si se abren las ventanas.
Otra ventaja indudable es que en caso de calor extremo o de olas de calor, el aire acondicionado salva vidas. Según un estudio realizado en varias residencias de ancianos en Nueva York, el número de muertes durante una ola de calor en los edificios no climatizados era mucho mayor que en otras épocas menos cálidas, mientras que las diferencias eran imperceptibles entre periodos en los edificios que contaban con sistemas de climatización.
Hazlo por el planeta
Si bien queda mucho por estudiar sobre los efectos del aire acondicionado en nuestro cuerpo, lo que está claro es el impacto que tiene sobre la contaminación, la emisión de gases con efecto invernadero y el cambio climático.
En 2016, un acuerdo global proponía limitar el uso de hidrofluorocarburos (HFC), unos compuestos químicos utilizados en sistemas de refrigeración, ya sean aparatos de aire acondicionado o neveras, que representan una fracción muy pequeña de los gases con efecto invernadero pero que tienen una gran capacidad para atrapar calor en la atmósfera.
Además, la demanda energética necesaria para mantener un número de aparatos de aire acondicionado cada vez mayor es también gigantesca y va en aumento, lo cual supone igualmente un problema de contaminación si el sistema energético sigue estando basado en combustibles fósiles.
Hazlo también por ti
Algunos estudios sugieren que estamos volviendo a nuestro cuerpo demasiado cómodo en lo que se refiere a sus habilidades de adaptación térmica, que podríamos acostumbrarnos a un rango de temperaturas mayores y que, como tenemos a nuestro alcance sistemas de calefacción y de refrigeración, simplemente decidimos no hacerlo.
El problema es que, según los científicos, tendemos a comer y a coger peso más fácilmente cuando la temperatura es perfectamente cómoda, mientras que con unos grados de más (o de menos), el metabolismo se activa y comienza a quemar grasas.
No se trata de exponerse a temperaturas extremas, pero la próxima vez que sientas la tentación de recrear el Polo Norte en tu oficina, tira de mesura y no te pases con los grados.
El Vitónica | Recomendaciones para que el aire acondicionado no ponga en riesgo nuestra salud
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