La toxoplasmosis es una enfermedad transmitida por un parásito, el Toxoplasma gondii, que hasta el 70% de la población presenta en algún momento de su vida. Muchas veces nunca se perciben síntomas, y cuando se hace son parecidos a los de una gripe leve.
El riesgo de la toxoplasmosis está en aquella personas en las que el sistema inmune está debilitado, porque ahí los síntomas pueden ser mucho más graves, o en las embarazadas, ya que pueden transmitir la infección al bebé, que sí puede sufrir síntomas y secuelas graves a causa de la infección.
Por eso a las mujeres embarazadas se les aconsejan algunas restricciones relacionadas con esta enfermedad, como mantenerse lejos de los gatos o no comer jamón.
¿Qué es la toxoplasmosis?
Como hemos dicho, la toxoplasmosis es una enfermedad transmitida por un parásito. Es más común en zonas tropicales, pero se calcula que el 50% de la población de Europa, Asia, África y Sudamérica están infectados por este parásito.
Para muchas personas con el sistema inmune intacto, el parásito no produce síntomas, pero puede estar presente en su organismo durante años y reactivarse cuando se produce una bajada importante de defensas.
En esos casos, los síntomas más comunes son fiebre, fatiga e inflamación de los ganglios linfáticos. En algunos casos más graves, cuando la infección se produce por vía ocular, la toxoplasmosis puede causar ceguera. De hecho, en muchas zonas tropicales, la toxoplasmosis es la primera causa de ceguera infantil.
La toxoplasmosis en el embarazo
Cuando una mujer se ha visto expuesta a la toxoplasmosis antes de quedarse embarazada (algo que se puede comprobar realizando una prueba que detecte la presencia de anticuerpos contra la toxoplasmosis en su cuerpo), el bebé no se verá infectado a no ser que se dé el poco habitual caso de una situación de inmunodepresión durante el embarazo.
Pero si la futura madre no está infectada antes, debe evitar a toda costa infectarse durante el embarazo, ya que entonces sí que puede transmitir el parásito al bebé, y este podría dañar su salud y poner en peligro su vida. Algunos de los daños que puede producir son un parto prematuro, bajo peso al nacer, fiebre, ictericia, anormalidades en la retina, retraso en el desarrollo mental, convulsiones, tamaño anormal de la cabeza y calcificaciones en el cerebro.
¿Debo deshacerme de mi gato?
El parásito de la toxoplasmosis no se transmite de unos humanos a otros, sino que la infección se transmite por distintas vías. Una de ellas es el contacto con los excrementos de otros mamíferos que también son portadores, especialmente los gatos, que pueden infectarse al comer la carne de un ave o pequeño roedor que estuviese infectado por el parásito, o por entrar en contacto con los excrementos de otro gato infectado.
Si te quedas embarazada y tienes un gato, la mayoría de los expertos coinciden en que el riesgo de contagio es nulo siempre que tu gato viva en casa, no salga al exterior de la vivienda y solo coma el pienso que tú le das. Si es así, es prácticamente imposible que se contagie y te lo transmita a ti.
De hecho, la forma más común de contagio de la toxoplasmosis no tiene nada que ver con los gatos, sino que se debe al consumo de carne poco hecha (el parásito puede vivir en el músculo de aves y mamíferos incluso después de que el animal haya muerto) o de frutas y verduras mal lavadas tras estar en contacto con huevos del parásito en suelos contaminados.
Consejos para evitar la toxoplasmosis durante el embarazo
La toxoplasmosis es una infección de consecuencias serias durante el embarazo, pero siguiendo una serie de consejos de manera rigurosa puedes protegerte a ti y a tu bebé.
Si vas a consumir carne, cocínala a altas temperaturas al menos durante 10 minutos o congélala a menos de 20 grados durante dos días si prefieres comerla poco hecha. Así te asegurarás de que no queden parásitos activos en ella.
Evita los embutidos, especialmente el jamón serrano (el músculo del cerdo puede contener huevos del parásito).
Después de manipular carne cruda, lávate las manos con agua y jabón, y evita tocarte los ojos, la boca o la nariz.
Lava bien la fruta y la verdura antes de comerla, y si vas a comer fuera, evita comer fruta y verdura fresca ante la imposibilidad de comprobar si la han lavado adecuadamente.
Si tienes un gato, evita que salga fuera de casa y que cace o coma cualquier cosa que no sea pienso. En cualquier caso, evita ser tú quien limpie su arenero y recoja sus excrementos. Si lo haces, utiliza mascarilla y guantes, y lávate siempre las manos al terminar.
Si te gusta la jardinería, utiliza también mascarilla y guantes. El contacto con un suelo contaminado por excrementos de animales es otra forma común de contagio.
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