Ahora que la hidratación cobra más importancia que nunca debemos de pensar cómo llevar algo de agua cuando salgamos a correr. No es fácil porque llevar una botella o bidón en la mano es algo incómodo y poco práctico que a la larga acarreará fatiga.
Si planificamos un recorrido que tenga una o varias fuentes con agua es perfecto porque solo tendremos que hacer una pequeña parada y seguir con nuestro entrenamiento. Pero esta no es una buena solución para el que sale a correr y no quiere parar.
Llevar una camelbak encima es una buena solución, sobre todo en el caso de las mochilas pequeñas de uno o dos litros (aunque hay modelos con mucha más capacidad para salidas más largas), que nos permiten llevar una cantidad adecuada de agua para una salida de varios kilómetros.
El único problema que presentan es el hecho de tener que llevarlos colgados en la espalda, ya que pueden hacer que sudemos en esa zona y que, en caso de que no vayan bien sujetos y se muevan, la técnica de carrera pueda verse modificada.
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Quizá la solución que se antoja más acertada es la de llevar una riñonera portabidones. Podemos adaptar el tamaño del bidón a nuestras necesidades hídricas y, al estar cerca del centro de gravedad de nuestro cuerpo, no supondrá un esfuerzo extra exagerado (solo como si pesáramos medio kilo o un kilo más) y no modificará nuestra técnica de carrera en exceso. Riñoneras como estas hay muchas, sólo hay que elegir el modelo con el que más cómodos estemos y más se adapte a nuestras necesidades.
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