Cuando tomamos un medicamento o nos sometemos a un tratamiento médico, lo hacemos con unas expectativas en mente: será eficaz, nos aliviará, tendrá efectos secundarios, nos sentará mal... Esas expectativas provienen de lo que nos haya indicado el médico, de experiencias previas con ese mismo tratamiento, de las experiencias de otras personas o (y esto suele ser lo menos recomendable) lo que hayamos podido leer en internet.
Esas expectativas, vengan de donde vengan, tienen un importante papel en el efecto final que ese tratamiento o medicamento tenga sobre nuestras dolencias y nuestro cuerpo en general. De ahí proviene el efecto placebo y el mucho menos conocido efecto nocebo.
El efecto placebo...
El efecto placebo consiste en el cumplimiento de unas expectativas positivas o unas creencias que tengamos de antemano: si creemos que un tratamiento o medicamento nos curará de una dolencia o enfermedad que padecemos, puede producirse un efecto positivo, incluso aunque estemos tomando una sustancia sin ningún efecto, que nos ayude a sanarnos.
Aunque los mecanismos de actuación de este efecto no se conocen al detalle, diversos estudios científicos han demostrado su existencia, y de hecho se considera que el efecto placebo está detrás del uso de muchas terapias alternativas y pseudocientíficas cuya acción no está fundamentada científicamente más allá de muchos "pues a mí me funciona". Si tomamos homeopatía, por ejemplo, convencidos de que nos curará de una gripe, el efecto placebo puede entrar en juego y ayudarnos a pasar los síntomas mejor.
...y su reverso tenebroso
En el otro lado de la misma moneda se encuentra el efecto nocebo: cuando nuestras expectativas sobre un tratamiento son negativas, ya sea porque no creemos que realmente vaya a conseguir curarnos o porque tememos unos efectos secundarios dañinos, y de alguna forma nuestros temores se cumplen aunque el tratamiento que estemos recibiendo suela ser efectivo para nuestra dolencia o los efectos secundarios que tememos no estén químicamente fundamentados.
El efecto nocebo es aun menos comprendido que el placebo por la comunidad científica, aunque todas las evidencias conocidas hasta ahora apuntan a su importancia en el tratamiento de pacientes.
Los estudios que han analizado el efecto placebo
En un estudio publicado en el año 2012, científicos de la Universidad Técnica de Munich analizaban 31 investigaciones previas relacionadas con el efecto nocebo, sus mecanismos biológicos y el impacto que tiene en la investigación de nuevos medicamentos y tratamientos. Sus conclusiones señalaban que, aunque extraño y difícil de entender, el efecto nocebo es más común de lo que pensamos y debe ser tenido en cuenta tanto en las investigaciones farmacológicas como en el tratamiento cotidiano de los pacientes.
En muchos de los experimentos que analizaron, la mera sugerencia de que podrían experimentar algún dolor hizo que los pacientes informasen de niveles de dolor más altos. En uno de ellos se sometió a 50 pacientes que padecían dolores de espalda a una serie de ejercicios. A la mitad de ellos se les informó previamente de que los ejercicios podían causarles algunas molestias, mientras que a la otra mitad no se les dijo nada. A posteriori, la primera mitad reportó niveles de dolor mucho más altos que la segunda.
En otro experimento se administró a un grupo de pacientes un medicamento para tratar enfermedades de la próstata. A la mitad de ellos se les informó de que un posible efecto secundario era la disfunción eréctil. A la otra mitad no se les dijo nada. Terminadas las pruebas, el 45% de los pacientes del primer grupo aseguró haber experimentado disfunción eréctil, mientras que solo el 15% del segundo grupo había tenido el mismo problema.
Cuando el efecto nocebo casi te mata
En algunos casos, el efecto nocebo puede ser casi mortal. Los autores recogen en su estudio el caso de un paciente que trató de suicidarse tomando 26 pastillas de un medicamento que consideraba mortal en tal alta dosis. Esto le causó una drástica bajada de tensión e hizo falta poner en marcha un protocolo de reanimación. Tras analizar las pastillas, los médicos descubrieron que no tenían realmente ningún efecto e informaron al paciente, que se recuperó rápidamente después de ello.
Aunque el efecto nocebo se aplica sobre todo en el campo de la medicina y la investigación, tiene cierto eco en nuestra vida cotidiana: a veces esperamos lo peor de una situación, e inconscientemente terminamos actuando para que se cumplan nuestros temores. No se trata de ver la vida de color de rosa todo el tiempo, pero sí de intentar no boicotearnos a nosotros mismos poniéndonos siempre en lo peor.
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