Los pies son a veces nuestros grandes olvidados: están ahí abajo, normalmente van tapados y no los vemos mucho. Así que corremos el riesgo de no prestarles la atención que le prestamos a otras partes más expuestas del cuerpo y de, por ello, no cuidarlos tanto como ellos se merecen .Y es que no podemos olvidar que los pies son los grandes encargados de cargar con todo nuestro peso.
Unos pies bien cuidados, que pisen bien y que no sufran dolor o problemas, pueden ayudarnos a mantener una buena salud postural, y a evitar dolores añadidos en piernas y espalda. Pero como gran olvidados que son a veces damos por supuestas algunas de sus dolencias - como los juanetes - pero no las cuidamos ni tratamos adecuadamente hasta que la molestia es insoportable.por ello hoy queremos hablar de los juanetes, por qué aparecen, cómo prevenirlos si es posible y cómo tratarlos.
Qué son los juanetes
Básicamente se tratan de protuberancias oseas que normalmente aparecen en la articulación que une al dedo gordo con el pie aunque, ocasionalmente, pueden aparecer en la articulación del dedo más pequeño del pie y a este se le conoce como " juanetillo". Generalmente suelen surgir porque el dedo gordo se presiona contra el que tiene justo al lado. Esto provoca que la articulación del dedo gordo se haga más grande y salga hacía afuera.
Junto con estas protuberancias podemos encontrar cierta hinchazón y enrojecimiento en la zona que se puede acompañar con inflamación. Este tipo de protuberancia puede ser dolorosa - aunque el dolor puede cambiar de una persona a otra e incluso a lo largo del tiempo - y puede tratarse de un dolor constante o intermitente. En ocasiones, esta lesión puede acabar produciendo artritis y afectar a la movilidad del dedo gordo.
Cuáles son las causas de la aparición de los juanetes
La realidad es que no está totalmente claro qué es lo que causa la creación de juanetes, aunque sí que hay algunas teorías sugieren que pueden deberse a factores heredados - familiares con historial de juanetes -, por algún tipo de lesión en el pie o por alguna deformidad ya existente al nacer. Además de esto, algunos expertos señalan que los zapatos muy apretados o de tacones pueden afectar a la aparición de estas protuberancias.
Por ello, existen algunos factores de riesgo que debemos tener en cuenta:
- Si nuestros familiares tienen tendencia a sufrir juanetes es posible que nosotros también los suframos, ya que podría existir un defecto estructural hereditario del pie.
Padecer algunos tipos de artritis como la reumatoide también puede ser un factor de riesgo importante para la aparición de los juanetes.
Utilizar zapatos con mucho tacón o que sean demasiado apretados o no se adapten bien a la forma dé su pie también pueden tener un mayor riesgo de generar juanetes.
Cómo prevenir la aparición de juanetes
Poco podemos hacer contra los factores hereditarios, pero sí podemos disminuir el riesgo eligiendo zapatos que sean adecuados para nosotros. Por ello, es recomendable que nos hagamos con zapatos que se adapten correctamente a la forma de nuestros pies. Si nos aprietan o presionan en alguna parte del pie, no son nuestros zapatos.
Una buena recomendación es que busquemos zapatos que tengan la horma ancha, evitando además los que tengan la punta estrecha y que dejen un espacio entre el dedo gordo y la puntera.
Cómo podemos tratar los juanetes
La única manera de eliminar los juanetes es la cirugía. Sin embargo, si no queremos pasar por quirófano o la situación no es tan grave, hay algunas cosas que podemos hacer para aliviar las molestias provocadas por esta lesión.
Para empezar, insistimos de nuevo en la importancia de utilizar zapatos de horma ancha que dejen espacio a los dedos y no los aprieten. Además, acudir a un centro especializado que nos haga unas plantillas a nuestra medida con el fin de amortiguar la presión en el dedo gordo y mejorar la pisada puede ser también una buena idea para aliviar la molestia.
Cuando el dolor es muy intenso, hacer uso de analgésicos como el paracetamol o el ibuprofeno y aplicar hielo puede ayudarnos a reducir el dolor. En cualquier caso, si la molestia no cesa y el dolor es muy habitual, lo más recomendable es acudir al médico para que este nos dé unas pautas o decida si debemos pasar por cirugía.
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