Varias investigaciones, durante los últimos años, han ido encontrando relación entre el funcionamiento de nuestro intestino y la salud de nuestro cerebro - especialmente de nuestra salud mental-. Por una parte, parece que las bacterias existentes en nuestro intestino podrían estar afectando a nuestros niveles de ansiedad. Por otra parte, una mala salud intestinal podría estar afectando a nuestro riesgo de padecer depresión.
Esta no es la única relación que se ha encontrado. Algunas investigaciones, realizadas principalmente en ratones, encontraron que un alto consumo de sal podría llevar a cambios inmunes en los intestinos que provocaran mayor riesgo en el cerebro de sufrir enfermedades autoinmunes. Un reciente estudio ha venido a unirse a aquellos que encuentran relación entre la salud intestinal y la salud cerebral. Esta investigación sugiere que las señales inmunes que mande el intestino - provocadas por el consumo excesivo de sal - podría afectar a los vasos sanguíneos del cerebro.
Lo novedoso de esta investigación es que sugiere que el alto consumo de sal podría estar influyendo en la salud cerebral, independientemente de si afecta a la presión sanguínea o no. Esta investigación, como la mayoría en estos casos, se ha realizado, por el momento, en ratones. Lo que encontraron fue que la respuesta inmune del intestino delgado provoca una serie de respuestas químicas en cadena que alcanzan a los vasos sanguíneos del cerebro.
Esto provoca que se reduzca la cantidad de flujo sanguíneo que llega hasta el hipocampo y el cortex cerebral, lo que influye directamente en la capacidad de aprendizaje y memorización. Esto implicó que los ratones afectados realizaban peor los test cognitivos. Otra de las cosas que encontraron fue que este empeoramiento cognitivo se daba incluso cuando no mostraban una presión sanguínea alta.
Según estos investigadores esto ocurría porque el intestino reaccionaba a la alta ingesta enviando señales inmunitarías que acaban afectando a los vasos sanguíneos del cerebro y, finalmente, a las funciones cognitivas. Esto podría estar influyendo en la presencia de algunas enfermedades autoinmunes como la esclerósis múltiple o la artritis reumatoide, entre otras.
Estos estudios solo se han realizado en animales, por lo que queda comprobar que en humanos se dé la misma respuesta. Sin embargo, dada la relación entre el intestino y el cerebro que se ha encontrado en otras ocasiones, hay motivos para creer que, efectivamente, esta relación existe. En definitiva, existen numerosos motivos para vigilar nuestra alimentación y reducir el consumo de sal de nuestras dietas.
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