De seguro has escuchado la recomendación de no consumir un bizcocho o un pan aún caliente. Te contamos qué hay de cierto en el consejo de evitar comer un bizcocho recién hecho para que no perjudique la salud.
La fermentación no continúa en nuestro cuerpo
Tanto en bizcochos como en panes se suelen utilizar impulsores químicos o levaduras que ocasionan la creación de burbujas de aire dentro del producto. Sin embargo, al cocinar o meter en el horno éstas preparaciones todo tipo de levaduras se inactivan por completo así como también la fermentación química que pudiera tener lugar, ya que alcanza su punto máximo y se detiene.
Es decir, que una vez fuera del horno, con el bizcocho a 100ºC aproximadamente o poco menos, ya no tiene lugar la fermentación del plato, razón por la cual tampoco puede continuar dentro del organismo si no podemos esperar a su consumo.
Este argumento muy usado para aconsejarnos no comer un bizcocho recién hecho no tiene validez alguna, sino que se trata de una creencia errónea, ya que la fermentación de un bizcocho o de un pan no puede continuar dentro del organismo ni después de haberse cocinado en el horno.
La masa rica en almidón y bien caliente, no resulta difícil de digerir
Otro de los argumentos por los cuales se desaconseja la ingesta de un bizcocho recién hecho es que la masa rica en almidón y en caliente, aun blanda, puede caer muy mal a nuestro aparato digestivo al resultar difícil de digerir.
No obstante, esto también es un falso mito ya que el almidón en caliente y tras haberse cocinado, sin dejar enfriar, resulta un más fácil de digerir que por ejemplo, unas pastas ricas en almidón, cocidas y enfriadas.
Asimismo, las pizzas o empanadas que conllevan fermentación y poseen una masa muy semejante a la de un pan o la de un bizcocho, se consumen en caliente y en nada perjudican la digestión del organismo.
Comer un bizcocho recién hecho no tiene nada de malo
Por todo lo antes dicho, y porque no existen estudios que respalden tal consejo que se ha trasladado de generación en generación hasta la actualidad, debemos concluir que comer un bizcocho recién hecho no tiene nada de malo sino que se trata de un falso mito muy extendido.
Por una cuestión de sabor y aroma, muchas veces se aconseja la ingesta de un bizcocho ya enfriado así como también de pan tras haberlo enfriado y reposado. No obstante, en nada perjudica la salud del organismo sino que, todo tiene que ver con los gustos y preferencias de cada uno.
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