Para los antiguos mayas, el cacao era el alimento de los dioses. Entre esos granos de cacao que ellos tanto apreciaban y el chocolate que ya mayoría consumimos en tabletas o bebidas calientes hay muchas diferencias, pero una cosa sigue siendo igual: es una delicia.
Una delicia que está en peligro por el cambio climático, y no es la única. Los cambios en las condiciones climáticas amenazan los cultivos de algunos de los alimentos que más nos gustan. Por si necesitabas más motivos para cuidar del planeta.
El cacao, la clave para conseguir el chocolate
El cacao es el ingrediente básico para fabricar uno de los dulces favoritos de todo el mundo: el chocolate. Cada año la humanidad se gasta casi 100.000 millones de dólares en chocolate, y con la población aumentando y cada vez más gente que puede permitírselo, es probable que esa cifra siga creciendo.
El cacao no solo sacia nuestro apetito goloso. Entre 5 y 6 millones de agricultores en las regiones tropicales del planeta cultivan los arbustos del cacao y viven de vender sus semillas. La vida de unos 50 millones de personas dependen de toda la cadena comercial del cacao, desde sus lugares de origen hasta los lugares donde se comercializa.
¿Por qué está amenazado el cacao?
El problema es que el arbusto del cacao, de naturaleza delicada, está en peligro, amenazada por plagas, hongos y ahora también por el cambio climático, que está alterando las condiciones en las que se desarrolla esta especie: solo crece entre 20 grados al norte y 20 grados al sur del ecuador, en lugares donde las temperaturas son uniformes todo el año, la humedad es alta, llueve mucho, el suelo es rico en nitrógeno y están protegidos del viento.
Según las previsiones de los expertos, si todo sigue como hasta ahora, esas zonas experimentarán un aumento de sus temperaturas de 2,1 grados, pero pero el cacao se verá más afectado por la falta de humedad: el aumento de la temperatura irá acompañado de una mayor evaporación del agua de los suelos y de las plantas, pero no de un aumento de las lluvias que compense esa evaporación.
Si esto ocurriese, la producción de cacao comenzaría a descender y miles de personas tendría que buscar otra forma de sobrevivir. En el lado de los consumidores, un descenso en la producción de cacao supondría un encarecimiento de su precio, y con ello una subida en el precio del chocolate. Ese dulce que tanto nos gusta dejaría de estar probablemente al alcance de todo y terminaría convirtiéndose en un bien de lujo.
Cómo los científicos quieren salvar el cacao
Por suerte para todos, y mientras nos concentramos en frenar el cambio climático, equipos científicos de todo el mundo trabajan para encontrar la forma de salvar el árbol del cacao. Y una de las cosas que están analizando es su variación genética.
Resulta que prácticamente todo el cacao que se consume en todo el mundo proviene del mismo puñado de variaciones de la misma especie. Esto, que es de gran ayuda para que los agricultores puedan cruzar unos cultivos con otros, de hecho resta posibilidades a la especie en conjunto para defenderse de plagas y hongos, así como para adaptarse a nuevas circunstancias.
Así que un equipo analizó ese genoma y publicó los resultados, de forma que cualquier científico interesado pueda echar un vistazo y, quién sabe, encontrar la forma de fortalecer la especie para hacer frente a las amenazas a las que se enfrentan.
Suelos más ricos, árboles más bajos
Otros proyectos se centran no en el cacao, sino en todo lo que necesita para subsistir, rehabilitando y enriqueciendo suelos que aumenten la superficie de cultivo para con ello aumentar la producción y reducir la vulnerabilidad del cacao.
Y por último, algunos científicos están tratando de mejorar las condiciones en las que se obtiene y recolecta el cacao, desarrollando por ejemplo árboles del cacao de menor altura. Durante la cosecha, los agricultores cortan las vainas del cacao con cuchillos sujetos al final de largos palos, teniendo mucho cuidado de no dañar la zona del árbol donde crecen las vainas, porque de ahí nacerán las vainas futuras.
Árboles más cortos serían más fáciles de cosechar, de forma que serían necesarios menos recursos para hacerlo, poniéndoselo a los agricultores un poquito más fácil.
No es solo el cacao: también las patatas están en riesgo
No es el cacao la única especie que el cambio climático amenaza y que nuestras papilas gustativas echarían de menos. Disfruta bien de las próximas patatas fritas que tengas a mano porque quizá en el futuro no sean tan abundantes y cuesten mucho más.
Un cambio en el clima tendría distintos impactos en su producción. Por un lado, se espera que un aumento en la concentración de CO2 en la atmósfera incremente su fotosíntesis y con ello su crecimiento.
Pero un aumento de las temperaturas no les vendría también: las patatas crecen en un rango de entre 5 y 30 grados, y el efecto de un aumento de varios grados puede causar la reducción de las áreas donde crezcan las patatas. Lo mismo ocurre con la aportación de agua: la reducción de las lluvias aumentará la necesidad de riego, y esto provocará que cultivar patatas deje de ser rentable en algunos lugares.
Es decir, que igual que ocurre con el cacao, o bien encontramos una forma de adaptar las patatas al nuevo planeta que estamos creando, o bien nos acostumbramos a un mundo en el que las patatas sean un bien mucho más escaso, y por lo tanto, caro, de lo que lo son ahora mismo. ¿No es mejor idea tratar de salvar el planeta?
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