La obesidad en niños y adolescentes ha ido creciendo en los últimos años, y es uno de los temas que más preocupa tanto a investigadores y médicos como a padres por las implicaciones que puede tener para la salud de los más pequeños de la casa.
De forma general se habla de la poca actividad física que los jóvenes mantienen en esta época en la que las pantallas de ordenador y las videoconsolas han sustituido a los juegos al aire libre, y también de una alimentación excesivamente rica en azúcares añadidos, culpables en buena parte de la obesidad creciente de la población.
Pero, ¿y si, además, la evolución tuviese también algo que ver con el aumento de la obesidad de los adolescentes? Un par de nuevos estudios nos dan un poco de luz (y más preguntas, inevitablemente) sobre este tema.
Para empezar a comprender el estudio recientemente publicado en el International Journal of Obesity y llevado a cabo durante 10 años, debemos primero tener en cuenta de dónde viene el gasto calórico total de una persona a lo largo del día. Por un lado tenemos un gasto calórico "voluntario" que tiene lugar gracias a la actividad física y deportiva que realizamos cada día.
Pero el grueso de nuestro gasto calórico total (aproximadamente el 75%) es "involuntario": es decir, que corresponde a las funciones que nuestro cuerpo realiza solamente para mantenerse vivo y funcionando (lo que conocemos como gasto calórico basal). El correcto funcionamiento del cerebro o de las funciones vitales corresponden a este gasto calórico "involuntario".
¿Tiene algo que ver la evolución?
En el estudio se ha observado que existen dos momentos en los que los niños tienden a ganar peso: entre el nacimiento y los 5 años de edad (algo que afecta sobre todo a los hijos de padres obesos) y en la adolescencia (afecta a los niños en general).
Durante el estudio se observó que el gasto calórico basal de los niños entre los 0 y los 15 años sufría un descenso importante, de hasta el 25%, para volver a subir en torno a los 16 años. ¿Por qué ocurre esto?
La posible razón que manejan en el estudio es la de que puede que se trate de una adaptación de nuestro organismo de hace miles de años. Cuando los humanos éramos cazadores-recolectores no era posible asegurar una cantidad de comida necesaria para el desarrollo correcto de nuestro cuerpo durante la adolescencia y en el paso a la madurez. Como solución, es posible que nuestro organismo se adaptara para reservar calorías que nos aseguraran la energía necesaria para desarrollarnos correctamente durante nuestra pubertad.
Así, el cuerpo entraría en un estado de "reserva de la energía" descendiendo su metabolismo basal, y de esta forma se aseguraría de tener energía disponible en el caso de no tener la comida suficiente.
¿Qué ocurre en la actualidad?
El "problema" es que en nuestros días no tenemos que preocuparnos de ir a cazar o a recolectar alimentos más allá del supermercado. En el caso de los niños y adolescentes en general no tienen que ir más allá de la nevera. ¿Es posible que nuestro organismo haya mantenido este "mecanismo de seguridad" descendiendo su metabolismo basal durante los años de la adolescencia a pesar de que tenemos comida asegurada a nuestro alcance?
Como solución a esta situación debemos poner especial cuidado en la alimentación de los niños y adolescentes: si realmente se produce este descenso de la tasa metabólica basal, una dieta basada en productos ultraprocesados puede ser una bomba de relojería que multiplique sus posibilidades de convertirse en adultos obesos o con sobrepeso.
Una dieta basada en alimentos, evitando productos procesados, y fomentando los buenos hábitos alimenticios desde los primeros años de vida es un buen punto de partida para luchar contra esta situación.
Fuente | The Conversation
Imágenes | iStock, Bryan Wright
En Vitónica | Dormir poco relacionado con la Obesidad en niños y adolescentes
Ver 2 comentarios