Desde hace unas semanas el Nutriscore vuelve a estar en boca de todos. Y es que el Ministerio de Consumo anunció la intención de prohibir los anuncios de alimentos nos saludables dirigidos a menores de 15 años, que se implantaría en 2021. Para poder hacer esto, el Gobierno pretende hacer uso del sistema Nutriscore para valorar si un alimento es saludable o no.
Sin embargo, se trata de un sistema de clasificación que ha levantado muchas dudas. Y es que, aunque tiene algunas luces, también cuenta con varías sombras que resultan difíciles de ignorar. Esto es lo que sabemos sobre el Nutriscore.
En qué consiste el Nutriscore
Se trata de un sistema de etiquetado frontal cuya idea y finalidad es facilitar a los consumidores la elección de alimentos más saludables. Para ello, este sistema hace uso de un semáforo de cinco colores y letras por medio de los que se indican si un producto es más o menos saludable.
La A en verde oscuro indicaría que el producto se encuentra entre los más saludables posibles, mientras que la E en rojo marca los alimentos menos saludables. Para hacer la clasificación y otorgar el color y letra correspondiente a los productos se hace uso de un algoritmo. Para ello se tienen en cuenta la cantidad de azúcares simples, proteínas, grasas saturadas, sodio, fibra, porcentaje de frutas y verduras, además de calorías, por 100 gramos de productos.
Qué beneficios ofrece el Nutriscore para ser elegido
El simple hecho de que la valoración de la información nutricional se haga en base a los 100 gramos y no a raciones, como en el caso del semáforo nutricional, ya es un punto a su favor. Y es que el tamaño de las raciones medidas no parecía corresponderse con las raciones reales de consumo de estos productos.
Este sistema se ha implantado de manera aparentemente exitosa en otros países, como en Francia. Las evidencias señalan que, en el país vecino, el uso del Nutriscore se asociaba con compras de mayor calidad nutricional. No es el único país, y es que en Canadá también ha mostrado beneficios.
Además, se trata de un sistema de etiquetado validado por evidencias científicas, ya que se creó por un equipo de Oxford en 2005. Uno de los estudios más recientes, publicados en septiembre de este mismo año, encuentra que las personas que consumen una mayor cantidad de alimentos con menor clasificación en Nutriscore presentan un mayor riesgo de mortalidad.
En general, parece ser un sistema adecuado para poder valorar los productos que contengan mayores cantidades de azúcares añadidos o sal. Lo cual hace sencillo para el consumidor reconocer de manera rápida los alimentos menos saludables.
Estas son las críticas y dudas habituales que el Nutriscore genera
Y, sin embargo, Nutriscore no convence a todo el mundo. A pesar de ser un buen paso hacía adelante en el cuidado de la alimentación, y aprendizaje nutricional de los consumidores, tiene ciertas desventajas que es importante señalar.
Por un lado, algunas evidencias recientes, como esta investigación publicada en mayo de 2020 en Journal of Human Nutrition and Dietetics, encuentra que Nutriscore es uno de los sistemas de clasificación nutricional que peores resultados ofrecería a la hora de reducir la cantidad de azúcar añadido presente en los alimentos.
No solo eso, sino que otra investigación publicada en 2019 encontraba que más del 40% de los productos puntuados con la A o la B en Nutriscore eran alimentos ultraprocesados. En ese sentido, algunos nutricionistas, como Juan Revenga, señalan que las recomendaciones más recientes se dirigen a la incentivación o desincentivación de categorías completas. Es decir, considerar, por ejemplo, que todos los cereales industriales son poco saludables independientemente de si están enriquecidos con fibra y calcio. Lo mismo para la bollería y otros ultraprocesados, más que centrarse en los ingredientes con cuyos valores y límites se puede jugar.
El principal problema que presenta el Nutriscore es que, tal y como contaba también Revenga, este sistema permite que se maquillen o disfracen alimentos que no son demasiado sanos. Es el caso, por ejemplo, de alimentos como los cereales industriales que mencionábamos antes, en los que podemos encontrar varios con la mejor clasificación o la segunda mejor (A o B).
Algunas empresas de alimentación usan el Nutriscore a su favor
¿Cómo puede suceder esto? Parece que el problema está en la forma en la que Nutriscore puntúa los nutrientes. Algunos de ellos tienen otorgado un valor positivo y otros negativos. Esto permite que las empresas de alimentación jueguen con los ingredientes de su producto para añadir más "positivos" o reducir un poco los "negativos" sin necesidad de que el producto sea, a efectos prácticos, más saludable.
¿Por qué tiene un Nutriscore B? Los demás criterios que se valoran negativamente no son muy altos (sal, grasas saturadas) y tiene otros que puntúan en positivo (proteínas, fibra).Esto no compensa la gran cantidad de azúcar pero "engaña" al Nutriscore (y despista al consumidor) pic.twitter.com/gM4HfCsDou
— Miguel A. Lurueña (@gominolasdpetro) September 1, 2020
De esta manera, los alimentos que no están claramente en la categoría A o en la E - y que son los que más dudas presentan a los consumidores - pueden ser modificados para conseguir una mejor puntuación sin que realmente sean más sanos.
Lo que beneficia a algunos alimentos perjudica a otros. Este es el conocido caso del aceite de oliva virgen extra, por poner solo el ejemplo más sonado. En un primer momento el aceite obtenía una puntuación de D ya que el algoritmo utilizado consideraba o valoraba que este producto tenía un alto contenido calórico y graso.
Aunque el Ministerio de Sanidad aseguró que en España no se aplicaría el Nutriscore a alimentos con un solo ingrediente, como el aceite, en Francia el algoritmo se modificó específicamente para que el aceite de oliva no obtuviera una valoración tan negativa, después de que el sector del aceite en España presionara.
Así, lo que se hizo fue incluir el aceite de oliva como ingrediente considerado "positivo" por el algoritmo. De esta manera, pasó a tener una C. Una puntuación que tampoco es brillante - teniendo en cuenta que el aceite de oliva es un alimento perfectamente saludable -, pero que nos da una idea de cómo se puede manipular este sistema bajo presión de ciertos sectores.
En el caso de los refrescos zero y light, sin embargo, ocurre justo lo contrario. No tienen muchos ingredientes, pero con el Nutriscore obtienen una buena nota (la B). ¿A qué se debe esto? Pues a su baja cantidad de calorías y a la no presencia de azúcares añadidos. Sin embargo, sabemos que este tipo de refrescos - que sí tienen edulcorantes - no son la opción más sana y están relacionados con problemas de sobrepeso e, incluso, con enfermedades cardiovasculares.
Podemos volvernos locos argumentando las luces y sombras del Nutriscore, pero de verdad que creo que no es necesario caer en debates bizantinos.
— Juan Revenga (@juan_revenga) July 14, 2020
¿Quieres saber cómo de beneficioso es para el consumidor su implementación? Mira estos argumentos.
No hay más preguntas Señoría pic.twitter.com/onhtKTCyNV
De nuevo, el sistema de ingredientes de Nutriscore beneficia a un producto que las evidencias científicas no consideran saludables. Algunas marcas de alimentación han aceptado con ánimo este Nutriscore precisamente porque pueden usarlo a su favor. La realidad es que en España llegamos tarde a la implantación de un renovado sistema de clasificación nutricional y es posible que, con lo que sabemos ahora, el Nutriscore se haya quedado ligeramente obsoleto.
Y es que, si un sistema de clasificación no nos permite tener información clara sobre los productos que más dudas generan (recordemos que este sistema se mueve bien en los extremos, pero no tanto en los alimentos intermedios), es posible que no sea la opción más útil. En cualquier caso, habrá que esperar al año que viene para ver cómo se aplica y si ayuda o no a la población española a tomar decisiones nutricionales más informadas.
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