Perder peso a largo plazo: por qué las dietas detox no funcionan y qué podemos hacer para adelgazar de forma segura y sana

Perder peso a largo plazo: por qué las dietas detox no funcionan y qué podemos hacer para adelgazar de forma segura y sana

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Santiago Campillo

Colaborador

Licenciado en Biología, divulgador científico y autodidacta a tiempo parcial. Gentilhombre del S. XXI. La Comunicación Científica es mi pasión y también mi profesión cuando se deja. Inquieto por naturaleza, cómodo por vicio y creativo por enfermedad.

¿Buscando la fórmula para deshacernos del peso de la culpabilidad? El verano ha sido duro, y ha estado lleno de caprichos, ¿no? Ahora es cuando llega el tiempo de las dietas y las soluciones milagrosas. Entonces es cuando aparece la palabra "detox".

¿Qué pueden hacer estos "sistemas" para ayudarnos? En realidad, nada. Las dietas detox no funcionan. Así de sencillo. Es más, podrían ser bastante insanas. El único (y mejor) truco para perder peso y sentirnos mejor es la adherencia.

El mundo detox es una mentira

El concepto está terriblemente extendido: es fácil de comprender, llamativo y está relacionado con nuestra salud. "Hay que eliminar esas toxinas que hemos metido en nuestro cuerpo para hacer que funcione mejor". Esta premisa, que parece lógica, es en realidad más falsa que un duro de cuatro pesetas. Empecemos con lo más básico, que es el lenguaje. En realidad, lo "detox" no existe, porque no existen las toxinas. Bueno, no existen en el sentido que se les da en este contexto.

La palabra toxina proviene de toxikon, que en griego significa "flecha", que se transformó en toxicum en latín, haciendo referencia a su potencial dañino. Se denominan toxinas a las sustancias de origen biológico, producidas de manera artificial, cuya finalidad es dañar un organismo. Por ejemplo, podemos llamar toxinas a la ponzoña o al veneno que producen ciertos animales, o las sustancias de ciertas bacterias.

Pero jamás deberíamos llamar toxinas a las sustancias de desecho que produce nuestro propio cuerpo. Es más, tampoco podemos llamar toxinas a las sustancias dañinas procedentes de otras fuentes cuya finalidad no era, en primer lugar, hacernos daño. Un metal pesado, por ejemplo, no es una toxina. Una grasa mala, el exceso de azúcar... tampoco lo son, ni lo serán nunca.

Pero no es solo una cuestión semántica. Puesto que son desechos producidos por nuestro propio cuerpo, es bastante erróneo pretender que este no es capaz de lidiar con ellos. Lo único que necesitamos para deshacernos de esas mal llamadas toxinas es nuestro sistema excretor, sin batidos, sin tés, sin nada más.

El lado oscuro del detox

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Por el momento no existe evidencia de que las dietas "detox" sean capaces de ayudar a nadie a estar más sano o a perder más peso. Lo único en lo que se basan es en experiencias "personales" y testimonios particulares. Todas las pruebas científicas a las que han sido sometidas las han ido desacreditando en sus afirmaciones.

Es más, asociadas a estos patrones y productos, existen una serie de premisas que podrían resultar peligrosas. Lo malo que tienen las dietas detox es que cambian nuestros patrones alimenticios de forma más o menos radical y no suelen hacerlo para bien. ¿Por qué?

En primer lugar, porque eliminan por completo nutrientes o grupos de alimentos. Estos suelen ser sustituidos por zumos vegetales, en su mayoría, o productos similares. En segundo, prometen una pérdida de peso rápida a costa de comprar un suplemento concreto (batidos, pastillas, etc.). En tercer lugar, y más importante, proponen una dieta a corto plazo. Esta combinación es el ejemplo perfecto de lo que no debemos hacer si queremos perder peso.

Las dietas no sirven para nada

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Si lo que queremos es estar más sanos, y quitarnos unos cuantos kilos que creemos que nos sobran, una dieta nos servirá... durante unos meses. Poco después, casi con total seguridad, volveremos a caer de golpe en nuestro peso, si no cogemos más. El temido efecto rebote hará sus estragos en nuestra salud.

Más del 80% de las personas que siguen una dieta, durante un periodo limitado de tiempo, vuelve a recuperar el peso perdido. Esto es lógico porque volvemos a nuestros hábitos, los mismos que nos hicieron alcanzar el sobrepeso.

Las dietas detox tienen lo peor de estos dos conceptos: se basan en una idea falsa (que hay que eliminar ciertas sustancias de nuestro cuerpo, como si estuviera contaminado) y prometen resultados cortoplacistas y rápidos. Pero dejarse embaucar por estos es un terrible error.

Repite conmigo: “la única opción para perder peso de manera segura es la adherencia”

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Dejando de lado el término "dieta", a nivel técnico, más que seguir una dieta en el sentido coloquial que todo el mundo comprende, es mucho más importante cambiar nuestros hábitos nutricionales. En vez de sustituir temporalmente ciertos alimentos por otros "detox", es mejor acostumbrar nuestro paladar, y nuestro estilo de vida, a cambios saludables.

Estos consisten en cosas sencillas, pero duras de acatar: reducir el azúcar, la cantidad de grasas, comer comida lo más natural posible y rechazar los ultraprocesados. También es imprescindible aumentar el consumo de verduras y frutas, más legumbres y algún cereal, reduciendo cosas como las harinas refinadas o la cantidad de aceites de mala calidad que comemos.

A todo esto, sin más remedio, hay que añadirle más actividad física. No tiene por qué ser deporte (aunque sería muy beneficioso). Basta con algo de actividad ligera o moderada: salir a pasear más a menudo, bailar... movernos, en definitiva.

Cambiar nuestros hábitos poco a poco, adaptándonos y no haciendo los sacrificios que exigen las "dietas" (y más, las dietas detox), es el camino para conseguir el "grial" de la salud: la adherencia. Un cambio de vida a un estilo más saludable, por pequeño que sea, permanente, vale un millón de veces más que cualquier resultado (falso) obtenido por seguir una dieta detox.

Imágenes | Unsplash, Pixabay

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