En general deberíamos evitar hacer cualquier actividad física intensa si estamos cansados, ya que interrumpimos el período de recuperación y hay mayor riesgo de lesión, pero en el caso de la carrera la cosa se agrava.
La fatiga influye en la técnica de carrera y podemos acabar haciendo un mal gesto cada vez que pisamos el suelo, algo que tiene todas las papeletas de acabar en lesión. Y no solo hablamos de fatiga a causa del entrenamiento, también se incluye la fatiga que se puede acumular a lo largo del día en la vida diaria.
Cuando estamos fatigados en exceso y la intensidad de la carrera supera el 80%, la técnica falla y se rompe la armonía tobillo-rodilla-cadera, lo que hace que los gestos de la zancada se alteren y se fuercen las estructuras óseas, ligamentosas y musculares, pudiendo aparecer pequeños esguinces, contracturas o las famosas "itis" (periostitis, tendinitis).
La espalda tampoco se salva, ya que al correr con poca técnica habrá más oscilaciones y más desviación lateral de la columna, lo que es un riesgo para la estabilidad de esta estructura y hay mayor posibilidad de pinzar algún nervio, sufrir contracturas de los músculos de esta zona o lesionar los discos intervertebrales.
Si tu deporte es la carrera debes saber que se tardan en torno a las 24 horas en recuperarnos de una sesión de intensidad media y de 24 a 48 horas de una sesión intensa (dependiendo de la condición física que tengamos). Respeta los períodos de recuperación porque eso también es entrenar, ya que se recupera la estructura muscular y se llenan los depósitos de energía.
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