Para mantenernos en un peso sano el balance energético resulta clave, mientras que para adelgazar es imprescindible el déficit calórico o lo que es igual, un balance energético negativo. Por eso, las calorías (y el origen o calidad de las mismas) deben considerarse atentamente, sin embargo, las calorías líquidas son las más peligrosas y pueden echar a perder tu dieta.
Qué son las calorías líquidas
Denominamos calorías líquidas en este artículo, a todas aquellas derivadas de bebidas o alimentos de consistencia líquida.
Así, son calorías que pueden derivar del alcohol en el caso de las bebidas alcohólicas, de hidratos y sobre todo de azúcares si escogemos zumos de frutas, batidos, refrescos azucarados o similares o bien, de hidratos y proteínas en el caso de la leche por ejemplo.
La realidad es que durante el verano, la mayor parte de las calorías pueden derivar de cócteles, cervezas, zumos y aguas de sabores.
Algunas grandes fuentes de calorías líquidas en esta temporada son las siguientes bebidas:
- Caipirinha: con alrededor de 650 Kcal por ración.
- Margarita: con 350 Kcal por ración.
- Cerveza: 85 Kcal por caña.
- Tinto de verano con gaseosa: 70 Kcal por cada ración de 200 ml.
- Horchata: 180 Kcal por vaso de 200 ml (pudiendo variar dependiendo la marca comercial)
- Zumos de frutas: 80 Kcal por vaso de 200 ml.
- Cócteles sin alcohol: entre 100 y 600 Kcal por ración dependiendo de la opción.
- Refrescos azucarados: 100 Kcal por cada 250 ml.
Como podemos ver, algunas opciones pueden sumar mucha cantidad de calorías a la dieta si las ingerimos en cantidades apreciables o peor aun, si escogemos por ejemplo zumo de frutas como bebida habitual.
Así es cómo pueden perjudicar tu dieta
Las calorías derivadas de líquidos o calorías líquidas como las llamamos en este artículo, son calorías que pueden perjudicar nuestra dieta en mayor medida que la energía que deriva de preparaciones sólidas.
Esto se debe principalmente a que las calorías líquidas derivan de azúcares principalmente o de alcohol, dos opciones que deberíamos minimizar en la dieta habitual.
Además, por ser calorías vehiculizadas en líquidos, solubles en agua, se absorben muy rápidamente, es decir, rápidamente llegan al torrente sanguíneo en forma de glucosa o etanol, no demandando gran trabajo digestivo.
De esta forma, no sacian como sí lo hacen las calorías derivadas de sólidos y por lo tanto, podemos ingresar muchas calorías sin darnos cuenta.
Por otro lado, un dato no menor es que tanto alcohol como azúcar (que son las principales fuentes energéticas de las bebidas), pueden tener un efecto adictivo en nuestro organismo y por ello, estimularnos a beber más y más calorías que a largo plazo, pueden conducirnos al aumento de peso.
Asimismo, un estudio reciente concluyó que el azúcar de las bebidas es mucho más perjudicial que el de los alimentos sólidos, predisponiendo a la obesidad y la resistencia a la insulina.
Por todo esto, es fundamental no desestimar las calorías que pueden tener las bebidas, ya que en exceso pueden echar a perder grandemente nuestra dieta y hacernos engordar sin que nos demos cuenta.
La bebida habitual y prioritaria debería ser el agua, de manera de evitar al máximo el ingreso de calorías líquidas.
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