Es posible que este no sea el primer año en el que nos planteamos intentar perder algo de peso y cuidar de nuestra salud. Y, por eso mismo, es más que probable que ya sepamos lo difícil que puede resultar llevar a la práctica esta pérdida de peso.
No solo porque a veces no sabemos por dónde empezar, no tenemos la información necesaria o nos resulta difícil encontrar o mantener la motivación. Pero puede aparecer otro problema del que se habla menos y es la ansiedad. Es importante que, si nos aborda cuando estamos a dieta, sepamos qué hacer para controlarla.
Aprender a reconocer la ansiedad
Uno de los principales problemas de la ansiedad relacionada con la dieta es que puede resultar sencillo confundirla con el hambre. Esto, por supuesto, no es una buena noticia cuando estamos a dieta. Y es que si cuando estamos intentando perder peso y comer menos, sentimos hambre de manera constante, es muy probable que nos acabemos boicoteando.
Por ello es especialmente importante que aprendamos a reconocer cuando es ansiedad y cuándo hambre. Es importante que prestemos atención a nuestro cuerpo y entendamos cuándo estamos saciados. El hambre provocada por la ansiedad no se calma con comida y puede reducirse consumiendo agua o distrayéndonos.
Comprar y tener en casa únicamente lo que queramos comer
Las investigaciones han demostrado que comemos lo que tenemos a la vista. Si queremos evitar consumir alimentos muy calóricos derivados por la ansiedad cuando estamos a dieta, una buena opción es no tener esos alimentos en nuestra casa.
Quizás esta técnicas no nos sirva siempre cuando estemos en la calle, pero en estos casos el consumo de comida tiende a ser menos impulsivo. Nos da más tiempo a poner técnicas adecuadas para no consumir alimentos poco saludables.
Aprender y utilizar técnicas de relajación
Una de las técnicas más utilizadas y eficaces para reducir nuestros niveles de ansiedad son las técnicas de relajación. Aprenderlas puede ser de gran utilidad cuando estamos a dieta y la ansiedad aparece, ya que nos permitirán poner en marcha estrategias adecuadas que no impliquen a la comida.
Existen técnicas de relajación muy reconocidas y fáciles de aprender como la relajación de Jacobson o la respiración diafragmática. Con la práctica iremos aprendiendo a utilizarlas en los momentos en los que aparezca la ansiedad y reducirá las ganas de comer y el malestar.
Pensemos en el día a día
La pérdida de peso y el mantenimiento de unos hábitos saludables es algo que debemos enfrentar de día en día. Sin embargo, tendemos a planteárnoslo pensando en cómo serán las cosas dentro de una semana o dentro de un mes. La preocupación de que a futuro sigamos sintiendo ansiedad y siga siendo difícil solo hará que aumentar la ansiedad.
Por ello, nuestra mejor estrategia posible es plantearnos las cosas día a día y enfrentarnos cómo nos sintamos en ese momento concreto. De esta manera el desafío nos parecerá mucho menor que si nos planteamos tener que enfrentarnos a ella a largo plazo. Y es que, quién sabe, es muy posible que esta ansiedad vaya desapareciendo poco a poco.
Buscar ayuda profesional de nutricionistas y psicólogos
La ansiedad también puede venir de las dudas o de la inseguridad sobre si estamos siguiendo la mejor estrategia posible o no. Acudir a la consulta de un nutricionista es siempre una excelente idea cuando estamos intentando perder peso. Esta persona planificará un estilo de alimentación que se adapte a nosotros y a nuestras necesidades - por lo que no nos estaremos pasando ni creando restricciones excesivas que aumenten la ansiedad -.
Además, cada vez más centros ofrecen la oportunidad de trabajar la psiconutrición. Estos centros trabajan de manera transversal como profesionales de la psicología y de la nutrición que nos den todo el apoyo que necesitemos.
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