Al día de hoy vivimos una epidemia de obesidad y gran parte de la responsabilidad es de nuestros hábitos alimentarios que se han ido modificando a lo largo de los años. Por eso, en la actualidad se propone, como una posible solución a los graves problemas de salud que vivimos, la dieta evolutiva también conocida como dieta paleo o del paleolítico. Te contamos en qué se basan los que quieren comer como lo hacíamos hace dos millones de años.
La dieta evolutiva y sus fundamentos
La dieta evolutiva, popularmente denominada dieta paleo o paleodieta, pretende acercarnos a la alimentación que tenían nuestros antepasados, pues fue allí donde más tiempo vivió la especie humana y más evolucionamos, incrementando el tamaño del cerebro y moldeando los genes acorde a las circunstancias que vivíamos.
De la mano de la teoría del genotipo ahorrador, la dieta evolutiva señala que desde hace 2,5 millones de años y hasta hace unos 12000 años atrás, nuestra dieta era muy diferente y vivíamos en constante movimiento.
Al comienzo del paleolítico el ser humano era ante todo recolector de frutas, hortalizas, semillas y frutos secos y comía pequeños animales como insectos o carroña. Era nómade y continuó siéndolo a finales del paleolítico pero para este entonces, se incrementó el consumo de proteínas debido al desarrollo de herramientas que le permitieron pescar y cazar.
Así, la dieta del paleolítico ofrecía un 37% de energía de proteínas, 41% de carbohidratos y 22% de grasas, con una relación de grasas poliinsaturadas- saturadas favorable y colesterol bajo. En la actualidad, con el desarrollo industrial, consumimos más hidratos refinados, menos fibra, menos omega 3 y más omega 6, grasas saturadas y grasas trans y mucho más azúcar que deriva sobre todo, de los ultraprocesados que han colmado nuestra alimentación en los últimos años como señala un estudio publicado en 2008.
Todo esto fundamenta la dieta evolutiva o dieta paleo y nos indica que alimentarnos como lo hacían nuestros antepasados podría ser la clave para revertir las enfermedades crónicas que no hoy nos asechan.
¿En qué consiste realmente la dieta evolutiva?
La dieta evolutiva o paleo es ante todo una dieta libre de azúcares añadidos, de harinas refinadas y sobre todo, sin ultraprocesados presentes en el día a día.
Para llevarla a cabo deberíamos basar nuestras ingestas en alimentos frescos y de temporada, en lo posible con carnes magras, peces en todas sus variedades, frutas, verduras, semillas y frutos secos. Es una dieta sin lácteos, sin harinas ni derivados y sin legumbres, pues el cocinado de los alimentos sucedió tiempo después de la era del paleolítico.
Se permiten las hierbas y especias y algunos procesados saludables como el aceite de oliva extra virgen, la leche de coco, las aceitunas o el coco rallado.
Así, es una dieta rica en fibra y en proteínas, con hidratos complejos y muy rica en vitaminas, minerales y antioxidantes, siendo el calcio y la vitamina D los únicos nutrientes que se consumían en proporciones inferiores en el paleolítico según el experto en el tema Óscar Picazo.
Las ventajas e inconvenientes de la dieta evolutiva
Sin duda la dieta evolutiva es una dieta más adecuada a nuestros genes (pues se formaron precisamente en el período paleolítico en que se basa) y por ello, puede traer muchos beneficios al organismo humano.
La mayor ventaja es que nos aleja de los productos altamente industrializados y de bajo perfil nutricional, y nos acerca a una alimentación más concentrada en nutrientes de calidad: fibra, grasas insaturadas, proteínas magras.
De esta forma, la dieta evolutiva podría mejorar parámetros metabólicos varios como los niveles de glucosa y la sensibilidad a la insulina o el perfil de lípidos en sangre y ayudar a prevenir diferentes enfermedades como señala un estudio publicado en European Journal of Clinical Nutrition
Asimismo, esta dieta ha demostrado reducir la presión arterial y mejorar la elasticidad de las arterias siendo por ello de ayuda para prevenir enfermedades cardiovasculares, representando además una ventaja que podría inducir más saciedad y al ser reducida en hidratos, favorecer la pérdida de peso.
De esta forma, la dieta evolutiva o dieta paleo sería clave para prevenir el síndrome metabólico o controlar su presencia como concluye una investigación publicada en 2015 y por eso, es tan propicia para el día de hoy en que las enfermedades crónicas no transmisibles abundan.
No obstante, la dieta evolutiva no es sencilla de llevar a cabo en el siglo XXI en que tenemos variedad de ultraprocesados frente a nuestras narices, intentando conquistarnos. Además, no podemos movernos como sí lo hacían nuestros antepasados nómades sino que tenemos una jornada laboral que respetar y la mayor parte de las veces se trata de un trabajo sedentario.
La dieta evolutiva o dieta paleo puede tener muchos beneficios pero no es fácil de llevar a cabo en el siglo XXI y necesita estar bien planificada
De igual forma, las carnes que hoy encontramos a nuestra disposición no son como las que cazaban en el paleolítico, muy magras y con buen perfil de lípidos, pues en la actualidad conseguimos carnes muchas veces producida en confinamiento y por ello, mucho más concentrada en grasas aunque escojamos cortes magros.
A todo esto debemos sumarle que una dieta basada en la alimentación que llevábamos hace dos millones de años debe ser bien planificada para no caer en excesos de proteínas y grasas con pocos hidratos y micronutrientes. Y resulta especialmente importante revisar la ingesta de calcio como señala un estudio publicado en 2016, sobre todo, en personas con riesgo de osteoporosis, ya que este tipo de dieta podría inducir su carencia.
Imagen | PIxabay y Wikimedia Commons
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