Con el fin de las Navidades y la llegada del nuevo año muchos son los propósitos que nos hemos hecho, y uno de los más habituales es la pérdida de peso. Ponernos a dieta es la medida que la mayoría de nosotros elige para lucir un cuerpo perfecto, pero desde luego que siempre lo tenemos que hacer de la forma adecuada, pues nuestra salud puede peligrar.
Esta época junto a la aproximación del verano son las fechas estrella para que todos nosotros nos empecemos a preocupar por esos kilos de más. Las revistas nos bombardean con diferentes tipos de dietas, que si la de la alcachofa, o la de la piña, seguida de la disociativa… Todas ellas nos prometen grandes logros en poco tiempo, pero lo que este tipo de dietas no tiene en cuenta es a la persona. Cada individuo tiene una fisonomía y unas determinadas necesidades corporales, por lo que la dieta debe ser personalizada.
Como siempre hemos recomendado en Vitónica, lo ideal es desde luego asistir a un especialista que controle nuestro sobrepeso y los motivos por los que éste se produce. Antes de iniciar una dieta de adelgazamiento es importante que sepamos qué tipo de alimentación seguimos y que analicemos detenidamente nuestros hábitos y estilo de vida. También hay que tener en cuenta que no todo el mundo tiene las mismas necesidades a la hora de perder peso.
Frente a tomar la decisión de bajar de peso tenemos que ser coherentes y saber si realmente necesitamos iniciar una dieta estricta, y es que cada caso es especial y para ello hay que barajar diferentes variables como la constitución física de cada uno de nosotros así como los antes mencionados hábitos de vida. Una dieta nunca es global, en ningún caso tenemos que iniciar una rutina de adelgazamiento que ha seguido un conocido y le ha funcionado, ya que a nosotros nos puede hacer mucho mal dependiendo de nuestras características propias.
Lo mismo sucede con la edad, que es un determinante importante a la hora de adelgazar, ya que no es lo mismo una persona joven que una madura o anciana, ya que la velocidad metabólica es diferente y el consumo de energía por parte del organismo no tiene nada que ver. Cuanto más joven se es más rápido quemaremos energía y por lo tanto no podemos aplicar la misma dieta para unas personas u otras.
Otro punto a tner en cuenta son las necesidades que tenemos en el día a día y el tipo de vida que llevamos, y es que una persona que realiza trabajos físicos además de entrenar en el gimnasio o practicar cualquier tipo de deporte, no necesita la misma dieta que otras que son más sedentarias, ya que el gasto calórico no tiene nada que ver. A esto se suma la obsesión que muchos de nosotros tenemos por estar delgados cuando realmente no lo necesitamos, pues nuestro peso es totalmente normal. En estos casos nunca es justificada una dieta estricta, pero sí adoptar unos hábitos alimenticios sanos.
Desde luego que el culto al cuerpo y la preocupación por el peso se ha convertido cada vez más en una constante, pero no debemos dejarnos llevar y pensar que esto no tendrá efectos secundarios, y es que realizar una dieta estricta sin control y sin estar adaptada a nuestras necesidades puede pasarnos factura y provocarnos daños irreparables.
Imagen | SXC
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