El invierno está cada vez más cerca y no podemos dejar de aceptar que los platos que protagonizan la mesa diaria cambian junto al clima, pues en esta época del año buscamos mayores temperaturas y son las preparaciones de cuchara como la sopa, los estofados y guisos los que predominan en la dieta.
Solemos tener la creencia de que este tipo de preparaciones son siempre más energéticas, abundantes e indigestas que las consideradas “livianas” ensaladas del verano, sin embargo, las comidas de invierno no siempre son pesadas y calóricas, pues depende mucho de las elecciones que realicemos nosotros, los consumidores.
Así, podemos lograr un estofado con poca grasa, carne magra y variados vegetales que aporten fibra, vitaminas y minerales con muy pocas calorías. Además, podemos guisar legumbres con vegetales concentrando valiosos nutrientes que producen saciedad sin aportar muchas grasas ni energía, sino más bien una alta densidad nutritiva con baja densidad energética.
Por otro lado, no olvidemos las sopas, cuyo gran contenido acuoso nos aporta volumen y saciedad sin notable cantidad de calorías. En ellas podemos conjugar variados ingredientes de temporada, vegetales, legumbres, cereales y carnes, por eso la sopa como los guisos y estofados no siempre serán pesados y calóricos, sino que dependerá de los ingredientes y la cocción escogida por nosotros, el resultado final obtenido.
Podemos elaborar preparaciones calientes, usando productos de temporada y obteniendo comidas típicas de invierno sin perder de vista la calidad nutricional y el cuidado de nuestra dieta. Sólo debemos tener precaución en la utilización de grasas, así como en la elección de ingredientes que poseen muchos nutrientes sin demasiadas grasas y calorías.
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Imagen | Bucklava
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