Cada año existen tres o cuatro momentos concretos en los que las búsquedas sobre dietas milagro (y la realización de las mismas) aumenta de manera considerable. Concretamente, antes del verano, en septiembre - por el comienzo de un nuevo curso, antes y, sobre todo, después de Navidad.
Las dietas milagro prometen ayudarnos a perder peso de forma rápida y, la cuestión es que, a veces, lo consiguen. El problema es a costa de qué se consigue, la duración que tiene esa pérdida de peso y los efectos a corto y largo plazo.
La alimentación centrada en el peso
Nos guste o no y, a pesar de los avances hechos los últimos años, el foco de la regulación de la alimentación sigue estando en el peso, tal y cómo nos indicaba hace unos meses Juan Revenga. Es decir, regulamos lo que comemos - haciendo dietas, por ejemplo - para ganar o perder peso, y dejando en un plano mucho menos importante la salud.
Las dietas milagro nos prometen que conseguiremos perder mucho peso en poco tiempo. Es decir, poniendo el foco en el esfuerzo a corto plazo y de poca duración. Esto resulta mucho más tentador que pensar en hacer un cambio grande - como lo sería un cambio de hábitos - a largo plazo.
En general, las personas necesitamos sentir que los beneficios que obtengamos de un cambio serán más grandes que el coste. La idea de tener que cambiar para siempre la forma en la que comemos puede parecer demasiado pesada cuando el objetivo es perder peso sin pararnos a pensar en nuestra salud.
Perder mucho peso con poco esfuerzo: la promesa de las dietas milagro
Los promotores de dietas milagro lo saben y, si la meta es perder peso, sin pensar en nada más, las dietas milagro es exactamente qué ofrecer y cómo resultar atractivas. Y es que, cuando hacemos una búsqueda sobre dietas milagro, lo que nos encontramos llama la atención queramos o no: perderás mucho peso, en muy poco tiempo y con poco esfuerzo.
¿Qué más podíamos pedir? Pues todavía elevan más la apuesta y muchas de ellas aseguran que tampoco tendremos que ejercitarnos. ¿Cómo perdemos entonces el peso? La idea suele estar en promocionar un alimento concreto y novedoso, un producto, un zumo o un batido como el principal y más importante responsable milagro de hacernos adelgazar.
Si hasta ahora no habíamos perdido peso no es porque no comamos de manera saludable, si no porque no había descubierto ese producto concreto. Ahora que nos lo han dado a conocer, la pérdida de peso sin prácticamente esfuerzo está garantizada. De esta manera, aunque una dieta milagro concreta no nos haya funcionado, crean la ilusión de que quizás la siguiente sí, porque igual lo que ocurría era que no habíamos dado con el milagro que a nosotros nos funciona.
Sí que se da una pérdida de peso con las dietas milagro, pero en qué condiciones
De hecho, una de las causas por las que seguimos cayendo en el uso de dietas milagro es que, en realidad, durante un breve periodo de tiempo, estas si que funcionan. Si entendemos funcionar como hacernos perder peso. El motivo básico es que suelen ser dietas muy restrictivas calóricamente.
Es decir, la base de estas dietas suele ser restringir mucho tanto los alimentos que consumimos como el número de calorías que ingerimos. Por supuesto, si consumimos menos calorías de las que gastamos -y con estas dietas consumimos muy pocas calorías-, perderemos peso.
La cuestión es que la duración de las mismas es corto - entre otras cosas porque ese estilo de alimentación no es sostenible a largo plazo - y en cuanto volvemos a comer de manera normal, recuperamos el peso perdido y más. Lo que se conoce como efecto rebote. ¿Nos funcionó la dieta? Sí, nos hizo perder peso temporalmente.
Si únicamente nos centramos en la pérdida de peso momentánea y rápida, podemos acabar entrando en un bucle en el que hacemos una dieta milagro rápida, perdemos algo de peso, lo volvemos a recuperar y volvemos a intentar perder el peso ganado con otra dieta milagro. El problema es que, a largo plazo, resulta totalmente contraproducente ya que, tal y como nos indicaba Juan Revenga: "Cuántos más periodos de dieta hace la gente, más engorda". Y, por el camino, podemos poner en riesgo nuestra salud.
Los riesgos que corremos al seguir una dieta milagro
Y es que las dietas milagro no vienen sin coste y pueden afectar seriamente a nuestra salud. Para empezar, debemos tener en cuenta que la mayoría de ellas son muy restrictivas en cuanto a alimentos y a calorías. La limitación de nutriente será muy importante en estos casos y puede acabar afectando a nuestro metabolismo y provocarnos carencias nutricionales.
No solo eso, sino que al ser dietas tan estrictas y restrictivas, pueden generar cierto estrés a nuestro organismo. Los niveles de cortisol se pueden elevar incentivándonos a comer más y entorpeciendo la ganancia de músculo.
También pueden provocar problemas en la digestión debido a la restricción de nutrientes. Las dietas milagro proteicas pueden también acabar generando déficit en micronutrientes como las vitaminas o la absorción de calcio. Esto puede afectar a nuestro tejido ocular, a nuestra salud ósea, sequedad en la piel o lesiones ulcerosas.
A nivel psicológico también pueden aparecer problemas serios derivados del seguimiento de dietas milagro. No solo es que no nos ofrecen un aprendizaje nutricional - es decir, no aprendemos a comer de manera saludable a largo plazo - sino que pueden abrir la puerta a una mala relación con la comida y a trastornos de conducta alimentaria.
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