Pues la razón es muy simple, con la dieta hipocalórica la ingesta es menor al gasto y por tanto adelgazamos. Cuando dejamos la dieta lo ideal es tener un balance entre ingesta y gasto para así mantenernos pero mucho nutricionistas coinciden en que gran parte de las personas al dejar la dieta tienden a comer más y recuperar parte del peso.
Es como un efecto psicológico: he llevado la dieta a cabo y he conseguido alcanzar la meta, por tanto merezco un premio y me atraco a comer, y vuelta a engordar. En el caso contrario están las personas a las que ha costado tanto hacer la dieta y bajar de peso que después de terminar son muy cuidadosos para no volver a recuperar peso, incluso llegan a obsesionarse (ni juan ni juanillo, el término medio es lo correcto)
Y hablamos de dieta correcta, con cantidades y proporciones de nutrientes adecuados, porque de las dietas incorrectas o milagro nace el efecto yo-yo, como causa de un descontrol en la regulación del apetito y estado de ánimo que hace que al terminar con la dieta se tenga mucho más apetito y ansiedad por comer.
Otro factor a tener en cuenta es que con una dieta hipocalórica disminuyen los depósitos de glucógeno y al volver a una dieta normocalórica se van a llenar esos depósitos al consumir más hidratos de cárbono y estos al almacenarse van a necesitar agua, en concreto 1,5 kilos de agua por cada medio kilo de glucógeno. Esto supone parte de la ganancia nada más dejar la dieta, pero no hay que preocuparse porque el aumento de peso no es a base de grasa, sino de agua.
En resumen, después de dejar una dieta se engorda porque comemos más y el balance entre ingesta y gasto es positivo. Solución: si dejamos la dieta e intuimos que vamos a comer más, aumentar un poco la cantidad de actividad física que realizamos, así equilibraremos la balanza. Lo del almacén de agua con el glucógeno no tiene solución, es algo fisiológico, pero como hemos dicho no hay que preocuparse al no ser un aumento de peso a base de grasas.
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