Todos, en algún momento de nuestras vidas, habremos sentido la sensación de tener hambre, que no es más que un mecanismo por el cual nuestro cuerpo nos avisa de que tiene la necesidad de comer.
Este mecanismo se origina en el cerebro en base a ciertos estímulos como por ejemplo la ausencia de alimento en el sistema digestivo, que no ejerza fuerzas de estiramiento en la pared del estómago, o por ejemplo una reducción de los niveles de azúcar en sangre.
Si siempre tienes hambre, es posible que debas tener en cuenta ciertos consejos para regular este mecanismo y poder hacer frente efectivamente a las dietas orientadas a la pérdida de peso.
El hambre como respuesta al déficit calórico
Las dietas en las que el objetivo es perder peso requieren que se lleve a cabo un déficit calórico. Esto consiste, sencillamente, en ingerir menos calorías de las que se consumen a lo largo del día.
El problema es que este déficit calórico priva al cuerpo de energía, y por tanto aumenta la sensación de hambre, por lo que a largo plazo es conveniente no prolongar este déficit más de lo necesario, y sobre todo puede ser muy interesante seguir estrategias como los refeeds y los diet breaks.
Estas dos estrategias tienen como objetivo mitigar estos efectos perjudiciales del déficit calórico (entre ellos, el hambre), así que pueden serte de gran ayuda si consideras que padeces esta sensación muy a menudo.
El hambre como respuesta a la falta de ciertos nutrientes
Otro motivo por el que tienes hambre continuamente puede ser que tu dieta sea pobre en proteínas y/o en fibra.
Estos dos nutrientes no solo son muy importantes para algunas funciones como la ganancia de masa muscular o la regulación del tránsito intestinal, sino que también ejercen efectos muy positivos sobre la reducción del hambre.
De hecho, además de que pueden aumentar la producción de hormonas que favorecen la saciedad, también pueden llegar incluso a reducir los pensamientos obsesivos relacionados con la comida.
Para aumentar tu ingesta de fibra, puedes recurrir principalmente a grupos de alimentos como la fruta, las verduras, los cereales integrales, los frutos secos y las legumbres.
Los lácteos, los huevos, la carne y el pescado son las mejores opciones en lo que respecta a la ingesta de proteínas.
La baja densidad calórica, un factor clave en la lucha contra el hambre
Además es muy importante que si quieres lidiar con el hambre optes por alimentos con una baja densidad calórica, es decir, alimentos que aporten una baja cantidad de calorías en relación a la cantidad de alimento consumido.
Por ejemplo, aunque los frutos secos son un grupo de alimentos rico en fibra y ácidos grasos de cadena larga, que son nutrientes que pueden impactar positivamente sobre la saciedad, aportan una cantidad bastante alta de calorías.
¿Quiere decir esto, que no son alimentos indicados para controlar el hambre? No; de hecho son un grupo de alimentos que se puede incluir perfectamente en una dieta de pérdida de peso, pero debido a este motivo podría ser conveniente limitar su ingesta.
Otros grupos de alimentos como por ejemplo las verduras, la fruta, la carne magra y el pescado blanco, pueden ser más acertados para una dieta donde uno de los objetivos principales es controlar el hambre.
Por último, recuerda que el estado del alimento también es algo muy importante, y por ello es conveniente que en lugar de optar por batidos, zumos o licuados, trates de incluir alimentos sólidos ya que además de que tendrás que dedicar tiempo en masticarlos, y por tanto le darás más tiempo a tu cuerpo a que se sienta lleno, la propia masticación favorecerá esta saciedad.
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