La relación entre nuestra alimentación y nuestra salud es innegable; pero no hablamos solamente de la salud física, donde la dieta juega un papel importantísimo al poder mantenernos alejados de enfermedades metabólicas como la diabetes o la obesidad. Nos referimos también a nuestra salud mental, y es que, como ya hemos dicho en anteriores ocasiones, una mala dieta puede llevarnos incluso a la depresión.
Al igual que una dieta mal planteada puede acercarnos a la depresión, una buena alimentación puede actuar como ayuda en el tratamiento de la misma, según un estudio publicado en BMC Medicine.
En dicho estudio participaron personas que estaban tomando antidepresivos o que acudían regularmente a terapia y se les instó a cambiar su modo de alimentarse para conocer el efecto de la dieta sobre la depresión.
¿Cómo mejoraron la calidad dieta de los participantes en el estudio? Básicamente, instándoles a comer comida real y a alejarse de los ultraprocesados. Los cereales integrales, frutas y verduras, legumbres (en buena cantidad, de tres a cuatro raciones por semana), lácteos sin azucarar, frutos secos, pescados y carnes magras, huevos y aceite de oliva fueron las bases de su alimentación durante las doce semanas que duró el estudio.
Al mismo tiempo se animó a los participantes a eliminar de su dieta los dulces, cereales refinados, frituras, comida rápida, refrescos azucarados, carnes procesadas y alcohol (tomándose ciertas licencias en este caso, ya que permitían dos bebidas alcohólicas al día, con las comidas)
Hay que destacar que, antes de comenzar al estudio, todos los participantes seguían unas dietas muy poco recomendables, con pocas frutas y verduras, poca fibra y muchos ultraprocesados (incluidas carnes procesadas y snacks insdustriales). Cualquier cambio a mejor desde una dieta de ese calibre iba a mejorar la salud física de los participantes de manera evidente.
Un 32% de las personas que mejoraron su dieta ya no entraban dentro de los criterios de depresión un mes después
Pero ¿qué hay de la salud mental? Después del primer mes de tratamiento en el que se realizó el cambio a una dieta saludable, los marcadores de depresión habían mejorado hasta en 11 puntos en los participantes del estudio. Incluso en el 32% de ellos los marcadores eran tan bajos que ya no entraban dentro de los criterios de depresión.
Junto con el grupo que mejoró su alimentación se estudió a otro grupo de control que recibió solamente apoyo social (además de la medicación), pero sin intervención sobre su dieta. En este grupo, los marcadores de depresión solamente mejoraron en cuatro puntos, y solamente un 8% de las personas pertenecientes a este grupo salieron de la depresión.
Así, una dieta saludable que genere adherencia (no demasiado restrictiva) puede suponer también una ayuda a nivel psicológico, además de mejorar nuestra salud física.
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