Que el ejercicio físico es la mejor manera de prevenir enfermedades cardiacas y mantener una perfecta circulación sanguínea todos lo sabemos, pero lo que no tenemos tan claro es si las personas que ya han padecido o padecen una enfermedad cardiaca pueden realizar deporte. En contra de lo que muchos piensan, el ejercicio sigue siendo la mejor opción, y es que es una buena manera de fortalecer el corazón y mantenerlo sano. Eso sí, es necesario que estas personas tengan en cuenta algunos puntos antes de ponerse a practicar deporte, ya que no pueden sobrepasar ciertos límites.
Antes de nada debemos tener claro que una persona que ya ha padecido una enfermedad cardiaca no tiene su corazón en el mismo estado que una persona totalmente sana, por lo que es fundamental que antes de lanzarnos a practicar deporte acudamos a un médico y le pidamos asesoramiento a la hora de ponernos a hacer deporte. En primer lugar nos realizará una prueba de esfuerzo que determinará el grado de intensidad que podemos aplicar a nuestros entrenamientos. Intensidad que debemos respetar si no queremos lastimarnos.
Comenzar a practicar deporte poco a poco y sin prisas es esencial. De nada servirá realizar sesiones demasiado intensas si lo único que estamos haciendo es forzar a nuestro corazón. Debemos tener siempre presente que el corazón ya está algo tocado a causa de la enfermedad, y por ello es necesario que lo cuidemos y que respetemos un proceso necesario para que poco a poco adquiera fuerza y de este modo vayamos progresando en los entrenamientos.
Por norma general las actividades que vamos a realizar serán aquellas en las que el ejercicio aeróbico prevalezca, la carrera, el paseo, la bicicleta... son algunas de las actividades estrella. A lo largo de su realización el pulso se acelera debido a la constante demanda de oxígeno por parte del organismo. Por este motivo es fundamental que en todo momento controlemos las pulsaciones que estamos teniendo. Para lograrlo lo que haremos será llevar con nosotros un pulsómetro que mida la intensidad de pulsaciones y así disminuir el ritmo si nos acercamos a una zona peligrosa y no recomendad por nuestro médico por el riesgo que supone para nuestro corazón.
Es cierto que el ejercicio es la mejor manera de recuperarnos después de haber sufrido una enfermedad cardiaca, pero de nada servirá practicarlo si no seguimos un ritmo de vida sano, es decir, es importante y fundamental mantener una buena dieta en la que las grasas sean escasas y en la que controlemos los niveles de colesterol. Junto a esto es esencial controlar el peso y seguir las indicaciones de nuestro médico, así como la medicación que nos recete. De este modo poco a poco conseguiremos un corazón más fuerte y recuperado.
Imagen | Mattox
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