Cuando comenzamos la práctica de ejercicio, con frecuencia no tenemos la paciencia suficiente como para esperar los resultados y ésta puede ser una de las causas del abandono de la actividad física. Sin embargo, aunque no veas cambios inicialmente, debes saber que en un principio los efectos de ejercicio son invisibles pero no dejan de estar presentes.
Después de un tiempo de inactividad, cuando comenzamos a movernos los cambios son inmediatos pero invisibles en algunos aspectos de nuestro cuerpo, pues la liberación de endorfinas que produce el ejercicio es un buen cambio que afecta nuestra salud, sobre todo a nivel emocional, pero que no lo percibimos en nuestro cuerpo al mirarnos al espejo.
Por otro lado, el impacto del ejercicio sobre el metabolismo también es un efecto invisible pero que se produce desde un principio con el ejercicio, pues un reciente estudio comprueba que aunque seas sedentario, después de una hora de ejercicio las células se desmetilan, es decir, sufren un proceso químico que ayuda a producir proteínas que favorecen la quema de grasas.
Asimismo, el balance calórico tiene efectos a largo plazo en nuestro organismo, por eso, si bien debemos esperar para ver cambios físicos, inmediatamente nuestro cuerpo al moverse quema calorías y ese incremento en el gasto de energía se traducirá a largo plazo en un beneficio comprobable frente al espejo.
Lo que queremos decir es que no debemos desesperarnos si tras dos o tres días de ejercicio no vemos cambios físicos, pues en un principio los efectos son invisibles pero no dejan de estar presentes para que en un futuro realmente podamos ver los cambios.
Sólo un poco de paciencia es necesario y recordar que los cambios con el ejercicio se producen de inmediato aunque a veces no los veamos, pero que a largo plazo apreciaremos sus frutos en nuestro cuerpo y no nos arrepentiremos de haber continuado con la actividad pese a que en un principio, los efectos fueran invisibles.
Imagen | ShawnHenning
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