¿Puede ser el yoga un deporte competitivo o esto es directamente contrario a todo lo que promueve esta actividad? Esta es la premisa en la que se basa Posture, un documental sobre el Yoga de competición en Estados Unidos.
En Posture podemos ver los dos lados de la polémica: por una parte se entrevista a algunas de las yoguis que compiten en la decimotercera edición del campeonato nacional de la federación de Yoga americana (como vemos, no es algo nuevo ni que haya surgido antes de ayer: trece son muchas ediciones de este certamen), mientras que por otro también se cuenta con la opinión de algunos de los detractores de esta forma de practicar Yoga y que consideran la competición como algo totalmente repudiable y que ataca directamente a los principios del Yoga.
La mecánica del Yoga competitivo y de esta competición en concreto es sencilla: cada yogui tiene tres minutos para llevar a cabo seis poses de Yoga de la manera más perfecta posible. Un jurado, del que en un inicio formaba parte el mismo Bikram Choudhury (fundador del controvertido Bikram Yoga y acusado de acoso sexual, racismo y homofobia), valora a cada una de las yoguis y les otorga una puntuación.
Los detractores de este tipo de Yoga de competición alegan que a través de esta práctica competitiva y centrada solamente en el esfuerzo físico se pierde la parte espiritual, que debe ser indivisible de la práctica de Yoga. Según sus mismas bases, el Yoga no debería ser competitivo en ningún momento, sino una práctica personal en la que basar la mejora física y el crecimiento espiritual.
Es cierto que con la llegada del yoga al mundo occidental han cambiado muchas cosas: el Yoga que se suele dar en los gimnasios ha perdido en muchas ocasiones su vertiente más espiritual para centrarse en lo físico, podemos encontrar Yoga para adelgazar, Yoga para tonificar los brazos, el abdomen... Perdiendo bastante de vista la conexión mente-cuerpo y el hecho de involucrarnos de modo más espiritual en la práctica.
La opinión del profesional
Para tener la opinión de un profesional del Yoga hemos contactado con Susana Pascual, profesora de Hatha Yoga en Madrid y autora del blog RibYoga. Susana nos da su opinión al respecto:
Desde hace tiempo se lleva mascando el fin del yoga as we know it, o al menos, así lo percibo yo como profesora que soy de yoga desde hace casi 15 años. Leí el artículo de Yoga Journal sobre Posture hace poco (confieso que me muero de ganas de ver el documental, el cual creo que aún no se ha estrenado) y vi el tráiler.
El caso es que para quien se haya formado con alguien medianamente serio en esto de yoga es (por ser benevolente) chocante la mezcla de términos como yoga y competición. Es un oxímoron, de hecho. Lo primero que te dicen cuando te inicias en la práctica como alumno es que en yoga no hay competición. Es una práctica individual. De hecho, aunque la clase sea colectiva (como lo son la mayoría) uno debe adaptarse a sus posibilidades y limitaciones evitando reacciones (muy propias de la competición) como la frustración, la euforia o, por supuesto, el querer conseguir algo "cueste lo que cueste". Es que son conceptos TAN alejados de las enseñanzas de yoga que no se puede concebir.
En mi humilde opinión, creo que tal y como tendemos a hacer en occidente, nos movemos desde los extremos. No sabemos manejar los pares de opuestos de manera equilibrada y por eso es posible que hayamos confundido el querer adaptar la práctica de yoga a nuestra forma de vida occidental (algo de lo que soy totalmente partidaria con matices) a desvirtuar por completo toda una filosofía para convertirlo en algo totalmente distinto.
La razón puede que esté en lo rentable que es últimamente el término yoga (como ya he expresado en alguna ocasión). No lo neguemos, el yoga está de moda. Se percibe en casi todos los medios: tal o cual celebrity hace yoga (y por "supuestísimo" así nos lo hace saber a través de sus redes sociales. De todas). La práctica de yoga se ha vendido como la panacea, la "cura" para todos nuestros males derivados del ritmo de vida que llevamos y el estrés. Parezca que podamos acabar con todos esos males acudiendo una hora por la tarde a un lugar cálido con olor a sándalo y con voces adormecedoras. No se explica bien en qué consiste. No se explica que yoga no empieza cuando entras en la sala con tu colchoneta sino que es una actitud dentro y fuera de la sala. De poco sirve ir dos o tres veces por semana (o siete) si nos olvidamos de ello el resto del día y nos "intoxicamos" con otras acciones.
Evidentemente, no me refiero a ir haciedo asanas (posturas) por la calle o la oficina. Es precisamente eso: Yoga no sólo son posturas (imposibles a veces). Es mucho más.
Nos invaden las cuentas de Instagram con gente que sí, es muy hábil con el cuerpo, pero que evidentemente tiene un problema de ego. Poco importa dónde llegue a ponerse uno la pierna en una postura si eso supone una obsesión por conseguirlo o una frustración por no ser capaz de hacerlo.
Es importante recalcar también la procedencia de todas estas tendencias. La mayoría provienen de EE.UU, donde de prácticamente todo se hace espectáculo y dinero. Todo es meramente visual (por eso se da preferencia a las asanas - cuanto más "difíciles" y espectaculares, mejor - por encima del control y de la práctica íntima).
Como curiosidad: mirad el trailer del documental. Observad los gestos de aquellos "participantes" cuando no consiguen estar en la postura exigida (y recalco "exigida"). ¿Es eso yoga? ¿Personas adultas llorando porque no han conseguido estar o llegar a una postura cuando lo que en realidad se supone que se persigue con la práctica de asanas es obtener el beneficio tanto orgánico como osteomuscular, así como el control mental y emocional? Yo la respuesta la tengo clara: NO. No lo es. No lo llamen Yoga.
Imagen y vídeo | Posture en Vimeo
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