El agua es una de las armas más poderosas con la que contamos los deportistas. Una buena sesión de hidroterapia puede tener efectos muy beneficiosos en el organismo del deportista y por extensión en su capacidad física. Beneficios como la relajación de los grupos musculares, la curación y prevención de lesiones o simplemente una desconexión con nuestros problemas son algunos de los que nos regala algo que tenemos tan a mano como es el agua.
Sin embargo no solo es introducirse en una bañera y dejarse llevar durante un par de horas, dependiendo del agua, su calidad, procedencia y mineralización, los beneficios pueden ser apropiados para una u otra persona.
Existen 3 tipos principales de trabajos con aguas:
Hidroterapia: se usa el agua dulce, que contiene muy pocas sales disueltas, y que por tanto, no es realmente beneficiosa en si misma aunque si sirve para realizar trabajos de recuperación o de relajación. El auge de los Spa’s urbanos ha aumentado su uso y sumados a otras acciones como saunas, circuitos de chorros a diferentes temperaturas… ayudan a sobrellevar mejor lesiones musculares y sobrecargas o simplemente estos días cargados de tensión en el trabajo o la casa.
Hidrología, Crenología o Balneoterapia: esta agua, proveniente de manantiales de origen subterráneo y se caracteriza por ser rica en sales minerales que dependiendo de su grado de mineralización se encuadran en tres gamas:
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Aguas mineromedicinales o de mineralización fuerte.
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Aguas oligometálicas o de mineralización débil.
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Aguas de mineralización muy débil.
Las más aconsejables para los trabajos terapéuticos son las mineromedicinales. Los efectos que producen en el organismo pueden ser sorprendentes dada su composición química y hace siglos se creían aguas milagrosas o incluso la tan manida fuente de la eterna juventud.
Los ahora tan de moda balnearios explotan al máximo los beneficios de estas aguas que sin embargo se ven como un mero método de relajación en lugar de cómo una solución medicinal natural y efectiva.
Talasoterapia: esta última variante se diferencia de las anteriores porque usa agua marina, rica en yodo y sales. Sin embargo, no solo se basa en los poderes del agua, sino que trabaja también gracias al clima marino, los famosos fangos, las algas, las arenas y otras substancias extraídas del mar y que tan de moda están ahora.
En el agua marina también tienen que ser tomados en cuenta diversos factores que aumentan o disminuyen los efectos del trabajo con el agua que realizamos. Factores como la temperatura y el clima, factores mecánicos, la propia composición química del agua... todo influye en el resultado final de una sesión que puede dejar atrás problemas de espalda, musculares e incluso de nuestra piel.
En definitiva un auténtico placer para nuestro cuerpo y sobre todo, una herramienta para aumentar y mejorar nuestro físico sin importar el nivel.