La mayoría de los que realizamos entrenamiento con pesas en un gimnasio solemos tener un compañero de rutina que nos sirve de apoyo a la hora de realizar los ejercicios de musculación. Pero, ¿es bueno que hagamos esto?
Ya hemos hablado en anteriores post de la importancia de tener un compañero de entrenamiento, pero tenemos que pararnos a analizar esto detenidamente, y es que como todo, tiene sus pros y sus contras, y es que es una buena ayuda en lo que a motivación se refiere, pero puede ser contraproducente en lo que atañe al rendimiento y a la efectividad del ejercicio.
Está comprobado que nuestro interés por asistir al gimnasio y realizar ejercicio es mayor cuando acudimos con un compañero, y es que nos sentimos con el respaldo suficiente para seguir adelante, pues mutuamente nos ofrecemos un apoyo moral que se traduce en un estado anímico mejor y mediante el que nos vamos a ver más predispuestos al ejercicio. Esto se debe a que veremos el entrenamiento como un rato ameno con colegas en vez de algo aburrido.
Con la ayuda de un compañero de entrenamiento siempre vamos a levantar más peso que si realizásemos nosotros solos el ejercicio. Esto puede llevarnos a engaño, ya que parte del peso lo va a soportar nuestro compañero que nos está ayudando. Sí que es cierto que es una buena forma de progresar, pues a la larga acabaremos por poder del todo con el peso, pero esta ayuda extra muchas veces nos fuerza a no realizar correctamente el ejercicio y no concentrarnos en lo que estamos haciendo, pues prestamos más atención a la ayuda que al esfuerzo y ejecución en sí.
Otro punto que tenemos que tener en cuenta es los descansos entre ejercicios, y es que si estamos acompañados estos serán siempre más grandes que si realizamos solos el ejercicio. A pesar de ir con nuestro compañero no podemos descuidar el tiempo de descanso, pues si lo hacemos y esperamos demasiado entre las series el músculo no se desarrollará como deseamos.
Es importante que no nos apoyemos demasiado en nuestro compañero. Ante todo tenemos que ser conscientes de que los que realizamos el ejercicio somos nosotros y no él por nosotros. Sí que es un apoyo moral pero en ningún caso debe convertirse en alguien indispensable para que entrenemos. Tenemos que saber realizar el ejercicio con y sin él, y controlar la intensidad si falta, pues siempre va a ser menor.
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