Aplicado regularmente desde 1.983 gracias a Ozolin, el principio de lo consciente o Principio de la Participación Activa y Consciente del Movimiento otros autores como Ritter (1.971) ya lo utilizaban en sus estudios sobre Actividad Física, basados en los siguientes cuatro puntos clave:
<li>Elaborar los entrenamientos junto al deportista</li>
<li>El propio deportista debe participar de forma activa en la programación de ejercicio</li>
<li>Control físico y emocional del cliente/atleta/practicante</li>
<li>Practicar algunas disciplinas o entrenamientos sin supervisión y por cuenta propia</li>
Y ahora diréis... ¿A qué viene hoy todo esto? Antes de nada, porque llevo toda la semana hablando de abdominales y ya me estoy poniendo pesado, pero, sobre todo, porque los practicantes y clientes de gimnasio (en los que os encontraréis englobados con toda seguridad muchos de vosotros) tienden a dejar demasiado de la mano de los instructores toda su preparación y, sí, es obvio que es importante ponerse en manos de profesionales para realizar actividad física, pero lo importante, y que, dicho sea de paso, se ha dejado mucho de lado, es el que cada persona participe activamente en su entrenamiento, adquiriendo mínimos conocimientos para ello y, sobre todo, basándose en las sensaciones propias ya que cada persona es un mundo.